Cecilia Landívar es una dama de temperamento encendido, aguda inteligencia y enorme sensibili-dad. Sigue con determinación invencible su ilusión de ser una artista del mundo.
La conocí muy joven, cuando tomaba clases de actuación y técnica vocal. Inmediatamente pude notar su espíritu inquieto e inconforme. Incapaz de someterse a disciplina alguna, poco dispuesta a obedecer órdenes y atender sugerencias; observando las formalida-des con una sonrisa descreída, segura de sus convicciones no convenciona-les, pero tan suyas como su simpatía desbordante y su pertinaz rebeldía.
Hace poco escuché su excelente voz en un boliche de la noche cruceña; disputando la atención con el tintinear de copas, platos y cubiertos y con la imperturbable charla de los comensales. Poseída por su vocación de cantante, graciosa, ejercitando poses, guiños y ademanes sensuales que evocaban a las divas de Las Vegas en los sesenta.
Se acercó gentilmente a mi mesa para contarme que tiene un hijo, para volver a contagiarme su alegría cauda-losa y brindar por la vida.
Ted carrasco en la m1
Leonardo da Vinci despreciaba públicamente a Miguel Ángel argumentando que, a diferencia del pintor, artista que ejerce su oficio en un ambiente ordenado, tranquilo y sereno, el escultor trabaja como artesano en el caos de las martilladas, el sudor del esfuerzo muscular y el polvo que todo lo ensucia. Pero cómo dudar del genio artístico del escultor que imagina y extrae de la piedra figuras impregnadas de humanidad y fantasía.
Un hombre como Ted Carrasco que pisa los setenta con el vigor de la más auténtica juventud y con la sabiduría de una vida consagrada a su vocación artística no puede menos que calificarse de maestro y ser comparado con los más grandes artistas de nuestro tiempo aquí y en el mundo.
Ajeno por convicción a la escultórica universal de los grandes maestros que desde los griegos y romanos hasta los renacentistas marcaron las pautas de este arte, Carrasco tuvo la virtud de buscar sus motivaciones en las expresiones de la cultura boliviana y ciertamente ha realizado un prolífico trabajo que representa lo más sensible del espíritu boliviano contenido en las entrañas de la piedra.
Nacido en La Paz y seguidor de la huella andina labrada en piedra Comanche por Marina Núñez del Prado, Ted Carrasco trabaja actualmente con granitos negros, nativos de esta zona oriental y tropical de la nacionalidad. Con toda seguridad su aporte será valioso.
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