Conjugar virtuosismo con la juventud, es para nuestro tiempo excelencia en toda música arrebatada y sensual, desbordada y romántica, no en vano las cualidades para pertenecer a una sinfónica son más exigentes, es increíblemente exigente en cada instrumento si uno quiere ser parte de esa reducidísima élite de los "grandes intérpretes".
Bolivia Joven se propuso interpretar el único concierto para violín que Tchaikowsky compuso, él (Tchaikowsky) fue exigente con la interpretación de este concierto, el género romántico se encontraba algo complicado para estrenar su última composición, pues no encontraba solista que lo hiciese.
Zino Francescatti, David Oistrakh, Ilya Kaler, violinistas de diferentes décadas, entre otros grandes dieron vida a esta magna obra. Pero los salones de nuestro mágico Club Oruro sintieron la expectativa y expresión que genera Tchaikowsky a través de la repetición de los motivos y la forma en que los desarrolla. Dicha expectativa se genera cuando repite estos una y otra vez, obligando al intérprete a crear y utilizar diferentes recursos interpretativos.
El sonido brillante para las zonas virtuosas, el sonido cálido y el rimo pesante para las secciones cantábiles, fueron las características que Bolivia Joven nos dejó oír a través del arco de Alexander Lapich, digitación, articulación y expresión en cada uno de los movimientos del concierto, nos empapó de la obra que, según la historia cuenta, hubo violinistas que rechazaron tocarla por considerar que la técnica requerida para su ejecución constituía un atropello al instrumento.
Para nosotros nos deja dos impresiones imborrables: la del virtuosismo inherente y la belleza en sus melodías.
Willy Claure y Gilberto Rojas se dejaron oír en los arreglos particulares de Andrés Copa Casilla, prominente músico orureño, que mediante la técnica del "col legno" (con madera), interpretación musical que aplica a los instrumentos de cuerda frotada cuando aparece la indicación correspondiente en una partitura que generalmente consiste en golpear o rozar la cuerda con el dorso del arco, supo emanar el sonido de las palmas, efecto de manos que utilizamos en el jaleo de nuestras cuecas bolivianas.
"Los arreglos son parte de una búsqueda armónica, de colores de frases, resultado de cuatro años haciendo arreglos, incursionando no solo en la orquestación, sino también composición y recomposición, dándole un toque que es propio de mí, un color nuevo para las orureños, hablando de nuestros paisajes y nuestra gente", dice Andrés.
Desde mayo de 2016, Bolivia Joven genera expectativa en la interpretación de sus obras sinfónico corales, Beethoven con la Novena Sinfonía, ahora el Concierto para violín en Re Menor OP. 35 de Tchaikowsky y para finales de año Carmina Burana de Carl Off, hacen que la vara en cuanto a maestría y virtuosismo se eleve.
El director, Juan Pablo Villegas Rodrigo, nos dice: "Bolivia Joven se convierte en una casa donde los músicos bolivianos pueden reunirse en Oruro para hacer lo que a ellos les gusta, cada vez tenemos mejores maestros que van formando a otras generaciones, nos falta de Beni y Pando, pero ya completaremos, existe una delegación de Arequipa que viene a fortalecer a broncistas bolivianos, así vamos creciendo".
Con el uso de herramientas para el intérprete siempre será más amplio el espectro a la hora de tomar decisiones técnicas, creativas y de estilo al momento de abordar una obra musical en particular. La música es nuestro lenguaje, los autores crean y Bolivia Joven interpreta con gran proyección melódica, armónica y orquestal, es por eso que aplaudimos a "El artista de la semana".
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