A días del reestreno de “Me avergüenzan tus polleras”, conversamos con su autor, el experimentado Juan Barrera, y esto fue lo que nos dijo.
LG: ¿QUÉ SIGNIFICA PARA JUAN BARRERA ESTA NUEVA PUESTA EN ESCENA DE LA OBRA?
J: Si bien es un halago para el autor, no deja de ser un escrutinio de las nuevas generaciones, que no han tenido la oportunidad de observar, juzgar, analizar y debatir sobre la propuesta que plantea el argumento. Si bien es cierto que los tiempos han cambiado, que el avance de la tecnología ha revolucionado el andamiaje de la sociedad, también lo es que en lo subjetivo, todo permanece igual que antes, con arcaicas estructuras que parecen negarse a quedarse en el olvido. Modernidad, leyes y códigos, cuya punibilidad incuestionable pareciera querer orientar hacia nuevos rumbos, pero en lo íntimo, el pensar y actuar de nuestra sociedad aún permanece como antes, como siempre, en una lógica ilógica de su realidad.
LG: ¿QUÉ SATISFACCIONES TE DIO LA OBRA HASTA EL MOMENTO?
J: El hecho de haber sido representada en gran parte del país y fuera de él es, sin duda, una de ellas, pero el hecho de permanecer en vigencia durante tantos años es quizás la mayor de todas, puesto que cuando se hace referencia al teatro boliviano se la cita y menciona entre las más destacadas y la que aún hoy motiva debate, análisis y comentario, siendo objeto de un examen más minucioso desde la perspectiva de la experticia literaria, que siempre trata de encontrar un talón de Aquiles en la dramática boliviana para descalificarla y tenerla de más a menos, en su miope búsqueda de autores de este género, que sean generosos a su mediocre paladar literario.
LG: ¿CÓMO VES HOY AL TEATRO BOLIVIANO?
J: El teatro boliviano siempre ha mostrado ser único, diferente, especial, pero, por sobre todas las cosas, muy vigoroso. Pese que de manera cíclica ha tenido encuentros y desencuentros con sus cultores y con quienes fielmente lo han seguido, por diferentes factores, cuando le ha tocado descorrer el telón de nuestros escenarios lo ha hecho con propuestas que han estado a la altura de su expectativa. Nuevas generaciones, nuevas formas, nuevas estéticas, ideas diferentes, visiones distintas, están cimentando de manera permanente nuestro teatro, aunque el clamoroso pedido de autores para el mismo, aún sigue siendo evidente como antaño. Lo cierto es que, pese a criterios interesados, que le niegan un sustento historiográfico, una rica e invaluable tradición, ignorando de manera miope su existencia, el teatro boliviano permanece y se revitaliza en el devenir del tiempo.
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