lunes, 27 de junio de 2016

ARPAD DEBRECZENI: “El violín es lo más puro que conozco”



“Apreciar y escuchar la música es lo mejor que me ha dado la vida, y el violín es lo más puro que conozco; gracias a él puedo decir que vivo”, asegura Arpad Debreczeni, apasionado violinista, exintegrante de la Orquesta Sinfónica Nacional que, hoy, como devolviendo un poco de lo mucho que ha recibido en este campo, forma a nuevas generaciones de músicos en Sucre.

Arpad realizó estudios primarios y secundarios en el Instituto de Educación Integral y Formación Artística “Eduardo Laredo” de Cochabamba, y tiene estudios superiores de la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Simón.

Los comienzos
Este talentoso joven recuerda que su interés por la música y el violín nació a los cinco años de edad; desde entonces su madre, Ángela Rojas, le fomentó e impulsó para que aprenda a tocar el instrumento. Su abuelo paterno, Pablo Debreczeni Nagy, quien era violinista húngaro, tenía el sueño de que Arpad tocara el violín.

De pequeño, con mucha voluntad y gusto empezó a explorar el instrumento pasando clases particulares. Desde entonces, nunca más se despegó del violín.

Arpad cuenta a ECOS que durante un periodo corto pasó clases en la Escuela de Bellas Artes de Santa Cruz, que tenía un convenio con la Escuela de Música Suzuki. Allí su maestra fue Helen Love.

Un tiempo después su familia se fue a radicar a Cochabamba, donde se formó hasta los 15 años con el maestro Ricardo Rodríguez (fallecido hace cuatro años), al que considera, junto con el profesor Armando Vera —hermano de la pianista Ana María Vera—, como un pilar fundamental de su formación musical.

En esa época llegó a Cochabamba el maestro de violín chileno Carlos Cifuentes, para dictar unos cursos. Arpad participó y se ganó la simpatía del maestro internacional.

Gracias a su interés y excelencia, el músico obtuvo una beca otorgada por la Fundación Schwimmer para estudiar en la Academia Latinoamericana Superior del Violín en Concepción, Chile, donde su maestro fue, precisamente, Cifuentes. “Ese periodo de aprendizaje para mí fue fundamental como violinista”, comenta.

La enseñanza
Una vez que retornó a Bolivia, Arpad Debreczeni se dedicó a la enseñanza del violín dictando clases en diferentes institutos de Cochabamba, entre ellos el de Educación Integral y Formación Artística Eduardo Laredo y el Conservatorio Teófilo Vargas, dirigido por Eduardo Rodríguez.

“El 2010 fue un año decisivo porque decidí independizarme. Viajé a La Paz y fui al Conservatorio Nacional de Música para conversar con el Director, quien me dijo que no había plazas para dictar clases. Regresé a Cochabamba y unos días después me llamaron del conservatorio diciéndome que tenía que presentarme un lunes para una entrevista; de esa forma me contrataron”, cuenta emocionado.

La Sinfónica y “Bolivia Clásica”
Es así que Arpad parte a La Paz para dictar clases en el Conservatorio Nacional de Música. Y en la misma sede del Gobierno audiciona posteriormente para la Orquesta Sinfónica Nacional, donde obtiene un ítem y participa en la primera fila de violines. También fue parte del proyecto “Bolivia Clásica”, impulsado por la eximia pianista Ana María Vera, que tiene el objetivo de apoyar a los niños promesa dentro del arte.

Participó en el II Festival organizado por ese proyecto como concertino de la orquesta, “evento al que llegaron músicos de primer nivel, que nunca se vieron en Bolivia”, recuerda Arpad.

El salto al exterior
Todas esas experiencias vividas en un corto tiempo le abrieron campo en el área académica y se le presentó entonces la oportunidad de viajar a Washington, Estados Unidos, para representar a Bolivia.

“Fue un periodo muy grato el que viví en La Paz, pero dos años después tuve que venirme a Sucre por motivos familiares, aquí nació mi hijo, que ahora tiene dos años y ocho meses. Tuve que comenzar otra vez de cero”, comenta sonriente.

Aunque destaca que ser padre es maravilloso, porque “uno se completa como persona y se respira la vida de otra manera”, el cambio de La Paz a Sucre resultó muy duro para él. Por el ritmo de vida y el trabajo que desarrollaba en la sede del Gobierno, se sintió un tanto desolado.

Festival de Música Barroca
Pero como uno se acostumbra a todo, se enteró de que en la Universidad San Francisco Xavier se dictaban talleres de música. Averiguó porque tenía la intención de aportar con su trabajo y, tiempo después, logró hacerse cargo de la orquesta del II y III Festival Internacional de Música Barroca de La Plata.

“Como el nivel de los músicos no era muy alto, tuvimos que trabajar arduamente con ensayos diarios durante tres meses para que suene bien. Había muchas ganas, se tenía otra perspectiva de hacer las cosas”, recuerda Arpad.

El siguiente paso fue la apertura de su propia academia de violín y viola, bajo el nombre de “Taller de Cuerdas Arpad Debreczeni”. “Es un espacio de homenaje a mi maestro Ricardo Rodríguez”, aclara él.

Comenzó con tres estudiantes, pero a medida que pasaban los meses fueron apareciendo algunos más. Ahora tiene 20 alumnos de diferentes edades, con la proyección de seguir creciendo. El taller funciona en la calle Grau N° 53, cerca de las escalinatas, en Sucre.

Convenio
El taller de Arpad Debreczeni tiene un convenio con el proyecto “Bolivia Clásica”. La idea es que en Sucre crezca el escenario local.

Por ejemplo, uno de los alumnos de este gran músico, Andrés Mostajo, de 17 años de edad, está becado y después de haber audicionado fue elegido para participar en el IV Festival de Bolivia Clásica. “Es un muchacho muy estudioso y talentoso”, elogia Arpad.

La música y el arte sensibilizan a las personas y ayudan a conectarse con el entorno.

“Cuando ingresé al Instituto Laredo, en Cochabamba, un día el Director nos leyó una historia; en ese momento yo sentí que había algo diferente en ese lugar: nos hacían escuchar música, te abre otras perspectivas para los niños”.

Siempre tuvo la idea de transmitir algo a los demás. Recuerda que en una ocasión, cuando su profesor estaba de viaje, vio que un niño menor que él tenía algunas fallas al interpretar el instrumento. Entonces, le dijo cómo debería hacerlo para no equivocarse. Le salió tan natural que los demás se dieron cuenta de su talento para enseñar.

Ahora que trabaja con niños pequeños dice que no es fácil, pero vale la pena porque después de un largo periodo de esfuerzos llegan las satisfacciones. “El apoyo de los padres es fundamental, ellos deben supervisar los ensayos con disciplina para tener resultados positivos”, aconseja.

El músico
Arpad interpreta música clásica, popular, jazz, rock y fusión. Desde hace 10 años trabaja con el grupo Quimbando, que tiene en su haber cuatro discos. Participó en el Festival Internacional de la Cultura con el grupo La Chiva y Moon D’ont go, y también con un proyecto personal denominado “The Blue Arpad Experience”.

Actualmente está en plena etapa de preparación de un concierto como solista, aún sin fecha de presentación.

“El arte te proporciona muchas recompensas, como viajar y conocer a gente interesante. Considero que sí se puede vivir del arte y de la música, y disfrutar de la vida. Yo vivo feliz”, sentencia este violinista de corazón.


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