domingo, 12 de julio de 2015

Christofer Hinojosa, el talentoso pianista que vino de Bermejo



Si bien fue su padre quien lo empujó a él y sus hermanos al mundo de la música, también quería que tuviera una profesión, lo cual no estaba en los designios del destino,

por tanto su pasión y dedicación al piano hizo que se escapara de su casa para continuar con su aprendizaje. Ahora es el alumno consentido de la maestra Adela Lea Plaza.

Primeros pasos
Empezó con sus primeras clases de piano a los 9 a 10 años, se las dio su padre, el profesor de música Tito Hinojosa Vargas, quien fue el que le abrió los ojos a un nuevo mundo a descubrir, empezó su amor por este arte, aprendió los principios básicos de la mano de su progenitor en combinación con sus estudios escolares en al unidad educativa Intermedio Siete de su Bermejo natal.
Desde niño no tenía mucho apego a tener amigos, su papá era un poco estricto y entonces prefería estar solo en la casa, no acostumbraba jugar en la calle, estudiaba el teclado, lo que lo tenía ocupado era develar los misterios de la escritura musical, leer las partituras y estudiar a los compositores clásicos.
Esto era alimentado porque en su casa siempre había actividad musical, el padre fue tenor en la Normal de Sucre y en Bermejo tenía un grupo folklórico por lo que era frecuente escuchar melodías y acordes, además que de los seis hermanos que tiene, tres eran músicos. A todo esto, es el quinto hijo de don Tito.
Ya adolescente, cuando tenía 15 años, conoció a la profesora Carmen Verdún, que visito temporalmente su pueblo con un grupo para impartir cursos de guitarra y le consultó si podía aprender y profundizar ese instrumento. De esa manera empezaron sus viajes a Tarija los fines de semana para pasar clases.
“Bermejo es chico—cuenta—llega un momento en que llegas a un tope, ya no puedes superarte más como músico, no tienes la oportunidad de aprender nuevas cosas”.
Hubo un día que pasaba clases con Verdún en su casa, quiso ir al baño y al pasar por la sala vio un piano, se le iluminaron los ojos, se dirigió a su profesora y le dijo: “profe, yo quisiera pasar clases de piano, mi papa me ha enseñado clases de piano en teclado, pero nunca avancé más”. Bastó que dijera esto para que le presentara a la maestra Adela Lea Plaza.
A causa del poco tiempo que disponía Lea Plaza, porque era la Directora de la Casa de la Cultura, pasaron seis meses antes de que iniciara clases con ella, ya tenía 16 años. Empezó su formación nuevamente con el piano y también se realizaban los fines de semana.
Terminado colegio, por cierto egresó bachiller del establecimiento Eduardo Abaroa de Bermejo, debía empezar a estudiar algo más “serio” para tener una profesión, su padre lo empujaba a que estudie abogacía; pero Christofer decidió que la música y el piano eran lo suyo y optó por continuar con su aprendizaje.
La decisión no fue bien acogida por el progenitor y su familia. “Era ilógico, él me empujó a que me guste la música, me despertó ese amor por el piano. No le entendía”, recordó. Así que tomó su mochila, se puso la ropa necesaria y se vino a Tarija. Fue un día después de que salió bachiller.
Tuvo que trabajar dos años como mesero en algunos restaurantes de la ciudad para poder costear sus estudios, las pasó negras, pero logró ahorrar algún dinero y se compró un piano, volvió a Bermejo, pero esta vez a vivir de lo que le gusta hacer tocar y enseñar el instrumento de su predilección. Tiene 21 años y, para su maestra, es todo un profesional.

Lea Plaza: “siempre fue un alumno serio”

“Cuando conocí a Christofer fue fácil detectarle el talento, su musicalidad, además venía desde Bermejo y retornaba la misma noche. El trabajo con él siempre ha sido serio, ha sido un alumno muy responsable y sincero. Cuando no estudiaba decía con honradez que no pudo hacerlo o planteaba que la obra era difícil. A una le satisface tener un alumno tan ejemplar, un músico de alma, con una profunda convicción de lo que quiera hacer en la vida, seguir su vocación”, comenta Adela Lea Plaza, su maestra del piano.

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