lunes, 13 de julio de 2015
Abel Márquez, artista del reciclaje
“El artista del reciclaje” es así como se califica Abel Alejandro Márquez Caballero quien admite que la única materia prima para hacer su arte son planchas de automóviles, maderas desechadas ollas, cucharones, turriles y cualquier material parecido; estas piezas que para muchos podría ser considerada como basura; le han dado la satisfacción de construir más de 200 esculturas en metal y algunos de estos trabajos, uno que otro de más de tres metros, no dejan de pasar desapercibidos por los peatones que circulan por El Prado lugar donde se exponen.
ARTE EN CHATARRA
Nacido en La Paz, Márquez recuerda que su pasión por el arte comenzó cuando apenas era un niño. “Mis cuadernos escolares estaban llenos de dibujos, me gustaba plasmar mi talento, pero no fue hasta hace ocho años, cuando tenía 42, que decidí entrar a la escuela de Bellas Artes para dar luz verde a esta pasión”.
El escultor, que en la actualidad tiene 50 años, dice que fue muy complicado intentar cumplir este sueño, pues para entonces estaba casado y tenía tres hijos, además que siempre tenía en mente que no iba a poder vivir de su arte, así que trabajó como cerrajero, portero en un céntrico hotel y todas las oportunidades que la vida le ponía en su camino.
“Esto era lo que más me motivaba terminar y fue así que luego de años de estudios culminé la carrera y recuerdo que este cebú –señala una figura de más de tres metros– fue mi examen de grado”.
A lo largo de estos ocho años el artista ha realizado al menos 250 piezas de las cuales tan sólo 10 fueron de gran dimensión, por motivo económico, además de tiempo.
“El cebú pese al apuro de la titulación –recuerda– lo hice en seis meses, algunas noches incluso sin dormir, porque aunque parezca no es sólo unir las piezas es todo un proceso”.
La chatarra para las obras de arte están oxidadas; “en el proceso de limpieza se hace una inversión económica, una vez limpia hago un modelado en arcilla y con ese molde es que trabajo y empiezo a unir, una a una, las piezas”.
Sin embargo el arte de Márquez va más allá de soldar los fierros, pues explica que antes de emprender un proyecto recorre las ciudades del país recolectando metal y madera de desecho, ya sea de construcciones o de los cementerios de vehículos.
“Esto es para las partes grandes como por ejemplo cuerpos, de lo contrario entraría mucho más material –agregó– me encanta hacer animales, tengo entendido que hay otros escultores que haces figuras y rostros también con metales, pero a mí me gusta la naturaleza y mi manera de expresarlo es a través de la chatarra, antes de hacer un trabajo investigo sobre esas criaturas y encontrar detalles que incluso nadie sabía que tenían”.
VARIEDAD
Entre sus trabajos están insectos, monos, pájaros, incluso el mejor amigo de hombre, su más reciente trabajo está en El Prado.
“Si de precios hablamos; hay piezas en las que se invierten hasta 500 dólares y yo las vendo en 1.500, estas son a tamaño escala, hay otras más pequeñas y mucho más económicas”.
Los trabajos de Márquez incluso viajaron a otros países, algunos consideran este arte como basura, sin embargo es más gente extranjera la que compra mis trabajos algunos para sus casas y otros para que formen parte de un espacio cultural.
El artista, contento con su trabajo, dice que es muy gratificante cuando una persona se interesa por ello e incluso se fotografía con las gigantescas obras de metal.
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