La exposición, que fue encargada a José Bedoya Sáenz, está compuesta por casi un centenar de obras, mismas que permanecerán expuestas al público hasta el 10 de junio.
El Museo Nacional de Arte inaugurará hoy, en sus salas temporales, la muestra “Humanidad” del artista Armando Sánchez Fernández.
Esta muestra antológica es un homenaje a una generación que vivió la convulsión acelerada del Siglo XX, con sus grandes contradicciones, guerras apocalípticas, avances, pensadores y revoluciones; asombrándose cada día por el precipitado desarrollo, científico, tecnológico, pero resistiendo a la aniquilación de los valores primigenios de la humanidad, una generación que construyó los sueños más grandes, vivió los más horrorosos cataclismos de la humanidad y reafirmó su fe en la libertad del ser humano, sembrando esperanzas y proyectando a la especie humana más allá de la atmosfera terrestre.
Sánchez nació en Oruro el mes de mayo de 1925, año en el que Bolivia celebró su primer centenario como república. Fue hijo de una familia de clase media. Empezó a pintar de manera espontánea, desde muy temprana edad sintió la necesidad apremiante de comunicarse a través del color.
La obra de Sánchez Fernández posee un carácter único en el conjunto de la producción pictórica de su generación. Desde muy joven enfrentó al aparato establecido por el incipiente sistema local del arte.
Comprometido con los movimientos populares, desarrolló su pintura patrocinado por los sindicatos de obreros y grupos de intelectuales.
A pesar de su lealtad a los movimientos populares, su espíritu no aceptó la imposición de doctrina alguna, manteniendo su obra alejada del sentido panfletario del realismo socialista, reservando a su expresión un interés por una diversidad de ámbitos y temas que se tradujeron en sus múltiples series.
EXPERIMENTO CON VARIAS TÉCNICAS
Su personalidad inquieta lo llevó a investigar y experimentar diversas técnicas.
De muy joven, en 1949, se enfrentó a Cecilio Guzmán de Rojas, a raíz del descubrimiento que este maestro decía haber hecho de la llamada “Pintura Coagulatoria”, polémica que se reflejó ampliamente en la prensa de la época, dando notoriedad al joven pintor, quién realizó una demostración en 1949, en el Salón de Actos Públicos del Ministerio de Educación, ocasión en la que recurrió a elementos químicos sencillos y conocidos, con los que logró resultados iguales a los que conseguía Guzmán de Rojas.
Sin embargo, nunca dejó de reconocer el talento pictórico del mismo, a pesar de haber realizado obras de crítica a la estilización del Indigenismo, (similares a las que en su momento hiciera Arturo Borda) como la titulada “Masturbaciones de un genio”.
Este inquieto joven, estaba al tanto de los avances de la humanidad y del desarrollo de los acontecimientos históricos y científicos que generaron los cambios tecnológicos, que nos permitieron conocer tanto la grandeza del universo, como el mundo microscópico.
“Si bien Sánchez Fernández se aproximó a temas sociales, también retrató paisajes y figuras humanas, muchas veces con una visión modernista característica de su época. Sus elucubraciones y su manera de valorar la vida lo condujeron a experimentar con pinturas industriales como la piroxilina y a interpretar el universo, a través de su serie de Pintura Astrofísica”, señala una nota de prensa con respecto al trabajo que realizó este artista.
Luego, según el mismo documento, retomó al óleo para aproximarse a los Microorganismos, con una imaginación lejana del rigor científico, pero plena de sentido humano.
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