El autor alemán compuso la obra entre 1935 y 1936. “En el manuscrito original, Carl habla de que esto debe estar acompañado de imágenes mágicas”, dice Flavio Machicado, director de la Fundación Orquesta Sinfónica Nacional.
No obstante, añade, a principios del siglo XX —cuando la cantata fue desarrollada—, cuando el cine “estaba en sus momentos incipientes” y no había posibilidad de acompañar con imágenes la presentación de una orquesta.
Quizás, interpreta Machicado, el autor se refería a la proyección de sombras en la pared con ayuda de una linterna. “Estamos siendo por primera vez fieles a los deseos de Carl Orff de desarrollar esto con imágenes mágicas que van a ser de muy buen gusto”, afirma. No obstante, aclara, esas imágenes —que serán proyectadas en al menos dos pantallas— no son aptas para todo público pues están relacionadas con el lado sensual y lúdico del ser humano.
El espectáculo audiovisual contará en escena con más de 140 músicos y una ambientación teatral gótica. El último elemento se verá reflejado en candelabros, velas y una iluminación tenue. “No esperen que vayamos a colgar vampiros (...), no habrá ninguna fanfarrea”, complementó.
Bajo la batuta de David Handel y la producción de Randolph Ríos (Suite Star Wars), del recital participarán la soprano Karina Stepanian (Armenia-Bolivia), el tenor José Luis Duarte (Bolivia), el barítono Giovanno Salas (Bolivia) y la Sociedad Coral Boliviana.
Según Machicado, la puesta en escena de Carmina Burana “siempre ha sido una de las favoritas (del público), siempre se ha llenado”. Espera que en esta ocasión el éxito sea mayor, dadas las innovaciones que el espectáculo incluye.
Las cuatro funciones se desarrollarán en el Centro Sinfónico Nacional (c. Ayacucho 366, frente al BCB) a partir de las 20.00 y las entradas tendrán los siguientes costos: Bs 50, Bs 70 y Bs 100. Mayor información en 2203063. Carmina Burana se basa en la obra homónima, una colección de cantos goliardos de los siglos XII y XIII reunidos en un manuscrito encontrado en el siglo XIX.
La poesía de los Goliardos no solamente cantaba al amor y al vino, también se burlaba de la clerecía. La pieza se constituye en la primera parte de la trilogía de cantatas representadas llamadas Trionfi (Triunfos). Todas ellas están basadas en textos latinos. Las otras dos partes son Catulli Carmina y Trionfo di Afrodite
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