Sonriente y orgulloso, Alfredo La Placa, uno de los artistas plásticos más destacados del país, asegura que pintará hasta el último día de su vida porque no puede vivir sin crear .
“Felizmente, un artista nunca se jubila y puede pintar hasta morir”, dice La Placa, de 81 años. Luego sonríe y expresa: “Todo depende de uno y de su entrega y pasión por la pintura”.
La Placa descubrió su pasión por el arte desde niño y decidió cultivar ese amor para ejercerlo como una profesión. Incluso abandonó la carrera de medicina para dedicarse a pintar “las expresiones de la vida”.
Por eso el artista adora caminar por las calles, no sólo por salud, también porque captura aquellas “expresiones” en sus obras de arte.
“Soy un hombre afortunado porque tengo un parque cerca de mi casa”, asegura el pintor, refiriéndose al Montículo, en Sopocachi.
Odia los automóviles y asegura que la saturación del transporte público le quita la belleza a la ciudad.
“Los autos son una maldición porque contaminan la ciudad, y prefiero caminar”, dice. En esos largos paseos -confiesa- es cuando aprovecha para contemplar la majestuosidad del Illimani para luego pintarlo a su manera en sus obras de arte.
Tal vez de esa montaña viene esa preferencia por los colores azulados, aunque el artista confiesa que el azul representa “el cielo limpio del altiplano”.
Según La Placa, su obra tiene mucha influencia del altiplano, ya que nació en Potosí, creció en Oruro y vive en la ciudad de La Paz desde hace muchos años.
Telas, pinceles y nada más
Asegura que guarda muchos recuerdos, entre buenos y malos, y que casi todos fueron plasmados en sus lienzos. Y ahora decidió compartir con el público un poco de esas remembranzas en la muestra Ecos, que se inaugura hoy a las 19:00, en el espacio Arte 21, en San Miguel.
“Es un reencuentro con uno mismo, es una recolección de muchas memorias y estos lienzos son parte de mi vida”, dice La Placa, quien no cree que sea necesario precisar cuántos lienzos hay en la exposición.
Cada uno de los lienzos o “telas”, como dice el pintor, representa un redescubrimiento de vivencias y poemas.
“Cuando uno se hace más viejo empieza a escuchar los recuerdos del pasado”, expresa, y es en esos momentos cuando La Placa saca su pincel y acuarelas para pintar sin perder tiempo.
En el taller de su casa se desconecta del mundo y comienza a crear vida con colores grises y azules, entre otros.
“Pintar es un proceso de creación y uno se deja llevar por esa pasión”, asegura. La Placa nunca ha hecho esquemas previos para plasmar sus creaciones.
Al hablar de las nuevas generaciones, sostiene que hay cosas que lo sorprenden y otras que lo horrorizan, pues considera que usar la tecnología en el arte es quitarle su esencia, que es la creación del ser humano. Él prefiere seguir con el pincel y la tela.
Gran trayectoria
Personalidad Es uno de los artistas más destacados del siglo XX y además es uno de los precursores del arte abstracto en Bolivia.
Vida El artista plástico nació en Potosí. Sin embargo, La Placa vivió, creció y descubrió la vida en dos ciudades: Oruro y La Paz, lugares que inspiraron grandes obras.
Trabajo En 1975 fue nombrado director del Museo Nacional de Arte de La Paz.
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