El proyecto de la Orquesta Simón I. Patiño es una iniciativa concebida para educar músicos instrumentis-tas en las técnicas propias de la práctica orquestal.
Hay que reconocer con gran satisfac-ción que en Santa Cruz ya existen centros educativos, como el Instituto de Bellas Artes, que forman instrumentistas idóneos para casi todas las secciones orquestales: cuerdas, maderas, metales y percusión. Sin embargo, una vez que este material humano está formado en la técnica de su instrumento, no está necesariamente preparado para tocar en una orquesta, que es el último objetivo de su proceso formativo. Hace falta de-sarrollar habilidades complejas que se relacionan con la interacción entre los miembros del grupo orquestal y de estos con el director. Y como toda destreza, debe ser desarrollada en el marco de un estudio sistemático, consistente y cierta-mente largo. No es algo que se produz-ca espontáneamente al reunir instru-mentistas que tocarán juntos.
La música puede interpretarse de in-contables maneras y con diferentes técnicas instrumentales. Lo que distingue a una buena orquesta es que todos sus miembros tocan con técnicas unifor-mes, concertando meticulosamente sus movimientos y creando matices sonoros con iguales intenciones.
Además de los aspectos técnicos que se trabajan, los miembros de la Orquesta Simón I. Patiño se familiarizan con el repertorio orquestal y los conceptos y estilos interpretativos correspondientes a las distintas épocas a través de su evolución histórica musical. Se verá entonces cómo y por qué se toca de diferente manera a un barroco como Bach de un romántico como Verdi o de un moderno como Stravinsky, además de explorar en la música boliviana.
La Orquesta Simón I. Patiño acepta, mediante audiciones selectivas, a músi-cos jóvenes que ya toquen adecuada-mente su instrumento para darles la formación antes descrita y ser, de esta forma, el puente imprescindible entre el estudiante sin experiencia y el profesio-nal que forma parte de una orquesta.
La iniciativa corresponde a Miguel Ángel Salazar y Marvin Montes, que desarrollan una exitosa actividad al frente de la Orquesta Municipal.
El apoyo viene del Centro Cultural Simón I. Patiño, que de esta forma participa en un proceso formativo importantísimo para sumarlo a los intentos de creación de un sólido movimiento orquestal en nuestro medio.
El himno Nacional
El compositor italiano Leopol-do Benedetto Vincentti se hallaba en Chile cuando fue invitado a Bolivia por el presidente Ballivían para componer el Himno Nacio-nal. A la larga, Vincentti se avecin-dó en la ciudad de La Paz y se ca-só con una dama boliviana.
La noche del 18 de noviembre de 1845, luego de trabajosos en-sayos con las precarias bandas militares de la época, se estrenó el Himno Nacional en la inaugura-ción del Teatro Municipal de La Paz. Al acto asistieron el presiden-te de la República, sus ministros, autoridades prefecturales, muni-cipales y un público que colmaba el aforo del teatro.
Según relatos documentados, la canción se interpretó en su inte-gridad. El coro emocionó a Vin-centti, tanto que a sus ojos asomaron lágrimas. Los primeros versos, “Bolivianos el hado propi-cio...” para el maestro italiano eran sublimes y tenían una belle-za que eriza los cabellos y encien-de fuego en las venas.
La concurrencia estalló en a-plausos y exclamaciones de júbilo que premiaron la brillante actua-ción coral. Una honda emoción se apoderó de todos. El mismo héro-e de Ingavi, el presidente Balli-vián, felicitó efusivamente a los autores y a los intérpretes del himno.
Estuve infinidad de veces para-do en aquel mismo escenario y daría cualquier cosa por remon-tarme en el tiempo para asistir a ese acto, ver de cerca a Vincentti y a Ballivián, tal vez cantar en aquel coro para después anotar aquí mi propio comentario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario