Con mucho cariño, con la paciencia necesaria y con la experiencia que les deja más de una década en el arte, maestros de la Casa Distrital Jaime Sáenz, pionera en clases de teatro, danza, creatividad, salsa, cuenta cuentos y mucho más imparten sus habilidades a todos los pequeños, jóvenes y personas adultas que llegan con mucha alegría hasta una plazuela de Villa San Antonio Bajo, un sitio rodeado por un parque y una cancha bastante visitada por los vecinos de la zona. Gracias a la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz “Wilani Teatro” se encuentra administrando esta Casa Distrital de Culturas desde el año 2008, aunque el 2001 iniciaron su apoyo a grupos de aficionados en lo que respecta a diferentes aspectos del arte como tal, los mismos participan en las tres actividades grandes que tienen: “Apthaphi Internacional de Cuenta Cuentos”, “Intercolegial de Cuenta Cuentos” y “Encuentro de Artes Escénicas de Profesionales y Aficionados”.
En la voz del educador
“Las personas tímidas, las que tienen miedo al escenario son los mejores artistas”, con estas palabras Anibar Lima, director de la Compañía Wilani Teatro y coordinador de la parte artística de la Casa Distrital Jaime Sáenz asegura que en sus aulas acogen a una diversidad de personas que llegan con todas las ganas de aprender, pues el único requisito que se les exige es la predisposición ya que los talleres son gratuitos y están destinados a personas desde los seis años en adelante, por supuesto los adultos no están excluidos pues también habilitaron talleres de danza para las personas mayores a 35 años.
Anibar no pudo esconder su satisfacción por el trabajo que lleva adelante pues es testigo de muchas historias que se viven en esta institución. “Han pasado por aquí muchos jóvenes que ahora ya son padres de familia, eso es lo lindo, ver crecer a generaciones y haciendo lo mismo, por ejemplo, ahora un maestro que dicta los talleres es un ex estudiante, un joven que llegó a sus 15 años con muchos deseos de superación y ahora forma parte del grupo “Wilani” y además es un ejemplo y mentor de varios jóvenes que llegan a este centro de aprendizaje. Edgar Morales tiene a su cargo el taller de actuación teatral dirigida a personas de 12 a 18 años, a los que les imparte incorporación de técnicas para el logro permanente de la concentración y sostenimiento de presencia escénica en situación de rol. Abordaje y tránsito en estructuras dramáticas, etc. Para nosotros es una enorme satisfacción pues vemos en él plasmadas todas nuestras metas, enseñar y que enseñen lo aprendido”.
Cuando le consultamos si era más fácil trabajar con adultos o niños, muy seguro nos dijo que es igual ya que cada maestro antes de enseñar debe encontrar en el arte la esencia de vivir.
“Cada clase tiene lo suyo, lo único que pedimos es que las personas que vayan a ser parte de los talleres tengan la predisposición necesaria y las ganas de aprender, yo vi formarse a mucha gente que llegaba creyendo que no tenía aptitud, por ejemplo recuerdo a un compañero que no quería contar cuentos y ahora es parte de la organización del “Apthapi Internacional de Cuenta Cuentos”. Si tienes el don, claro que las cosas se te hacen más fáciles pero si no lo tienes igual lo haces aunque obviamente hay que trabajar más. La edad tampoco es límite pues muchas personas empezaron tarde después de haber ejercido sus carreras profesionales, etc.”
Otra profesional que llama la atención por su dinamismo, entrega y buen humor es Virginia Enriquez, quien está a cargo de los más pequeños del grupo, enseñándoles malabarismos, danza, pintura y otras artes que fomentan la creatividad y desarrollan las capacidades motrices de estos niños.
La anécdota
“Recuerdo a un joven que era bastante introvertido, no hablaba para nada a veces parecía mudo, todos actuaban, se movían, etc. pero él nada no quería moverse, obviamente no podíamos botarlo, más bien tratábamos de incluirlo al grupo; pasaron seis meses y nada, algunos de sus compañeros se incomodaban porque no veían resultados en él y a veces parecía muy antipático, cuando le consultaba por qué no quería participar de las obras, lo único que decía es que no estaba preparado y cuando en una de esas estábamos armando una improvisación y necesitábamos un mudo, alguien que interprete a una perona muda, pensé en él, le dije: “por favor sube, no vas a decir nada solo vas a sentarte”, aceptó, se sentó y al ver a sus compañeros alborotados empezó a reclamar, les dijo que se estaban equivocando, etc. en ese mismo instante puso a flote todo lo que había aprendido y ahora si bien no hace teatro es un muy buen músico, que nos agradece que le hayamos ayudado a perder el pánico escénico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario