Tres años de impecable investigación, dos meses de deslumbrante exposición y un día de paciente visita, es lo que queda de la exposición Principio Potosí. La dialéctica (después de Hegel), de los clásicos ha estado más actual que nunca en los curadores Max Hinderer, Alice Creischer y Andreas Siekmann, cuando replantearon la “acumulación originaria del capital” del viejo Marx.
Plasmar una investigación teórica en una exposición práctica es lo que debemos rescatar en este trabajo “político-cultural” y multidisciplinario. Cuando uno recorre las “instalaciones” (forma de presentar objetos con varios recursos) de la muestra, no sólo se tiene que ver, sino, pensar, estudiar, releer, reeducarse, entre otras cosas. Categorías como ‘modo de producción’, ‘colonia’, ‘extractivismo’, ‘apropiación’, ‘acumulación’, ‘capital’, ‘capitalismo’, ‘trabajo’, ‘explotación’, ‘historia’ y toda la producción teórica que nos dejó la exposición están presentes en cada uno de los trabajos expresados en un recorrido secuencial, que no pocas personas de las más de 20 mil que visitaron las muestras (una parte en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore, Musef, y la otra en el Museo Nacional de Arte, MNA, de la ciudad de La Paz) seguro que lo hicieron.
El montaje
Pocas veces se toma en serio la museología y la museografía. Todo empezó en el año 2008, cuando los mentores del proyecto juntamente con expertos bolivianos en arte colonial hicieron un recorrido in situ y bibliográfico para elegir las obras que recorrerían España y Alemania en un proyecto que todavía no se entendía en su cabalidad.
Así como las materias primas se fueron para Europa en la Colonia, esta vez les tocó a las obras coloniales, junto a artistas, restauradores y técnicos. Todo el año 2010 el público europeo pudo apreciar, opinar y criticar esta mezcla de artes. Las obras coloniales y equipo humano retornaron a Bolivia, no así las materias primas de la Colonia.
Entre enero y febrero 2011 llegaron al Musef y al MNA equipos de artistas, museógrafos, restauradores, sonidistas, arquitectos, obreros múltiples, despachantes de aduanas y curiosos para ponerse manos a la obra, porque había una fecha fijada de inauguración de la muestra. El montaje duró casi un mes, entre 12 y 14 horas de trabajo al día. Cemento, arena, madera, hierro, aluminio, luces, monitores, videos, fotografías, gráficos y otros fueron los materiales utilizados para este trabajo.
Producción literaria
En mis quince años de trabajo en el área cultural no recuerdo que se haya escrito tanto acerca de una exposición. No era para menos. Sólo en idioma castellano (hay publicaciones en inglés y alemán también) se han editado sendos catálogos publicados uno por el Museo Reina Sofía de Madrid y otro por la agrupación Mujeres Creando, aunque de un mismo contenido son la base explicativa de la muestra.
Libros como Los niños de soya del argentino Eduardo Molinari, La creación de la nueva clase trabajadora china. Treinta años de Inmigración, publicado por Oxfam Hong Kong, Museo de Arte de la Cultura de los Trabajadores Migrantes de Pekín, la revista de discusión feminista Siete puntos de..., número 4, dedicada en su gran parte a la Rebeldía feminista en Principio Potosí, con artículos de Silvia Federici, Esther Moreno, Rafael Doctor, Rossana Barragán y María Galindo; un catálogo desplegable para los visitantes, afiches y notas de opinión y crítica de Silvia Rivera y Rubén Vargas, varios artículos en el suplemento Tendencias del periódico La Razón de La Paz, opiniones de Xavier Antich y Cuauhtémoc Medina publicados en Le Monde Diplomatique (número 34, edición boliviana) entrevistas y opiniones del boliviano Rey Gonzales y la mexicana Ana Meléndez Crespo en el suplemento La Esquina del periódico Cambio de La Paz y un sinfín de artículos en la prensa especializada fue el marco de este acontecimiento cultural en la sede de gobierno.
Exposición y explosión
¿Compleja, polémica, controversial, cultural, política, arte colonial o contemporáneo, ausencia de lo indígena? y muchas incógnitas se debatieron en sendos seminarios, entrevistas en televisión y radio; también en comentarios que escuchamos y leímos en los días de la exposición, cuando a nivel internacional la revolución árabe llenaba las páginas de los periódicos y a nivel nacional se discutía el salario en las calles de La Paz con el fondo de explosiones de cachorros de dinamita.
Ahí estaba Principio Potosí, con todo, sacudiéndonos en lo más interior de nuestros seres, cuando miramos la ciudad y el Cerro de Potosí, ayer y hoy, en un lienzo que fue desmenuzado en un video crítico a doble pantalla por una artista argentina.
Ni qué decir de las Novicias de autor anónimo, que yo las vi desde la celosía (construida en el Musef por tres obreros durante tres días y tres noches), como casto novicio de convento colonial. ¿Y la Virgen Cerro?, ¿ahora Rebelde?, por el grafiti de Mujeres Creando, aunque no creo que sea emblema de este proceso, porque si se cae el cerro se cae la Virgen.
Más actual fue la instalación Hogar de trabajadores migrantes, no tenía nada de colonial, pero sí tenía mucho de explotación capitalista, de esa China de hoy, segunda potencia económica del mundo, de la China que si Mao la viera se volvería a morir. En las fotos se veían a los mitayos del siglo XXI.
¿Y la controversia con el barroco? Muchos visitantes preguntaban y querían ver el arte colonial que nos habían acostumbrado a ver y apreciar. Veíamos la estética, el color, el autor, la época y todo lo superficial. A partir de esta exposición, existe un antes y un después del barroco. El barroco mestizo, es barroco nomás, decían unos. Otros opinaban que el barroco europeo era un arte creado en la Colonia, en base de la explotación, al extractivismo de nuestras materias primas, arte hecho con el trabajo y la vida de millones de indígenas, afros y mestizos, en las galerías del Cerro Rico.
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