Al ritmo de la chacarera, la saya y la cueca, entre muchos otros bailes, niños y jóvenes con capacidades diferentes dan a conocer en un escenario -y frente a un público diverso- un talento innato que supera cualquier limitación física o mental con la que nacieron.
El centro Kusisa, dedicado a las artes escénicas desde 2008, fue pionero en llevar a personas con síndrome de Down, retraso psicomotor, autismo y disfunción cerebral, entre otras limitaciones, a varios escenarios para que se desenvuelvan sobre tarimas y demuestren capacidades artísticas, muchas veces relegadas.
Esta inquietud por promover las destrezas de personas con discapacidad surgió en la mente de Érika Coronel, directora del proyecto, al ver que su hermano menor, quien padece síndrome de Down, no tenía oportunidad de aprender a bailar en institutos convencionales.
“Aprendí a bailar en varios ballets folklóricos, pero mi hermano no tuvo las mismas oportunidades, porque no le tenían mucha paciencia; por eso quise crear un espacio para toda la población con capacidades diferentes”, afirma Coronel.
Bajo el lema “el arte no discrimina, nosotros también podemos”, Érika y Carlos Murillo hicieron realidad este proyecto, cuyo objetivo es integrarlos a la sociedad a través de la cultura. Actualmente hay 15 alumnos de entre seis y 24 años.
En todos estos años realizaron decenas de presentaciones en la Casa de la Cultura, el Teatro de Cámara y también en las Ferias Dominicales de El Prado, con un entusiasmo tangible que fácilmente contagia a los espectadores.
Y aunque muchas veces en el escenario los nervios los traicionan y olvidan las coreografías, siempre son acreedores de aplausos que dibujan sonrisas sinceras en sus rostros y los motivan a seguir en este camino artístico.
Además de los talleres de danza nacional e internacional, en Kusisa también imparten clases de teatro y artes plásticas, mediante la ludoterapia, y siempre de la mano de la música que, según explican, ayuda en su desenvolvimiento.
“Ellos no vienen obligados y por eso percibimos su pasión. Todas las actividades que realizamos las hacen con el corazón, se divierten y demuestran su alegría”, comenta Murillo, encargado del taller de teatro.
Este centro también abre sus puertas a niños regulares, como los llaman, para que aprendan a integrarse a sus pares con capacidades diferentes. De esa manera les explican que todas las personas son iguales y merecen el mismo trato.
Esta dinámica también los convierte en “pequeños instructores”, que con una paciencia y entrega natural ayudan a los niños con discapacidad en el desarrollo de las actividades.
Mejoras evidentes
María Chuquimia asegura que estos talleres ayudaron a su hijo Rafael Reguerín, quien padece de síndrome de Down, a desenvolverse mejor con las personas, pero también despertaron su pasión por la danza.
“Verlo en el escenario por primera vez me llenó de lágrimas los ojos. Me entusiasmé mucho, porque me di cuenta de lo importante que era para él y que de esta manera también estaba cumpliendo sus metas”, comenta.
Rafael, además de ser uno de los bailarines consolidados de Kusisa, es diseñador de moda desde hace cinco años y en 2011 presentó su primer desfile.
Por su parte, la psicopedagoga Cecilia Lozano, una de las cuatro instructoras del centro, indica que estos talleres promueven el desarrollo psicomotor, la expresión verbal y facial, y las relaciones interpersonales.
Los instructores deben ganar la confianza de los participantes y conocer sus maneras de expresarse. Y aunque todos son muy diferentes, siempre los tratan con paciencia y cariño, y a cambio reciben sinceras muestras de afecto.
“Después de participar unos meses, mi hija Carolina mejoró su vocalización y también su forma de caminar. La veo feliz en los talleres y sé que la tratan con mucho cariño, eso es lo más importante para mí”, expresa Carol Canaviri, madre de una niña de seis años con retraso psicomotor.
Carlos Murillo también recuerda el caso de Israel Vargas, quien llegó con un problema cardiaco y mucho temor de relacionarse con los demás. Seis meses después fueron testigos de su mejoría tanto física como emocional.
En todo este proceso de recuperación, el apoyo de los padres es imprescindible. Lozano explica que con este tipo de talleres los padres no sólo aprenden a educar a sus hijos con capacidades diferentes, sino que son responsables del seguimiento y apoyo.
Y aunque tuvieron muchos altibajos en este tiempo -por falta de financiamiento y de un espacio fijo para dar los talleres-, este equipo toma impulso al ver la realización de estos niños y jóvenes en cada presentación, y al saber que estas actividades de alguna manera les ayudan en su desarrollo personal.
Próximas puestas en escena
El 29 de junio, el centro de artes escénicas Kusisa llevará a cabo una presentación de danzas folklóricas nacionales denominada Mi Bolivia Intercultural, en el Teatro de Cámara.
Posteriormente, el 26 y 27 de julio, participarán en el Cuarto Encuentro de Danza y Teatro en Escena, en la Casa de la Cultura, donde se lucirán con una propuesta innovadora y creativa.
“Estamos preparando una sorpresa para todos los espectadores. Esta vez no sólo tendremos bailes folklóricos, sino también números de teatro que nunca antes presentamos”, adelanta Érika Coronel, directora del proyecto.
Además de estas presentaciones participarán en las Ferias Dominicales de El Prado, compartiendo escenario con otros institutos de baile folklórico.
Contacto de Kusisa
Información Los talleres de danza, teatro y artes plásticas impartidos por el centro Kusisa se llevan a cabo tres veces por semana en la iglesia Gran Poder, ubicada en la calle Max Paredes. Para mayor información se puede llamar al 71241429 (Érika Coronel).
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