La memoria (como la historia) descansa en la propia materialidad de los objetos. Esto lo sabe, aunque en términos mucho más sutiles y poéticos, Martha Cajías.
Por ello, en sus manos, los objetos cotidianos y familiares, como una piedra, una escoba o un atado (sus texturas, sus formas, sus colores), pueden revelar desde su silencio o su música minúscula una realidad más vasta que involucra al tiempo y con él a la memoria.
Rituales cotidianos es el título de su exposición que se abrirá el jueves 2 de febrero en el Espacio Simón I. Patiño (Av. Ecuador 2503). Y esos rituales tienen nombre: Atar, moler, guardar. Todo ello conduce a una idea: La levedad de lo terrenal. En esa aparente contradicción reside el espíritu de la muestra, integrada por una serie de instalaciones en las cuales los objetos, casi sin ninguna intervención, ocupan el lugar central.
“Es como una arqueología contemporánea de los objetos cotidianos”, dice Joaquín Sánchez, el curador artístico de la exposición. “Asociamos la obra de Martha Cajías con el tejido”, continúa refiriéndose a la larga y reconocida trayectoria de la artista en este campo. “Sin embargo”, sigue, “esta exposición no es literalmente un tejido, pero Martha va tejiendo otras tramas, con los objetos, con la historia, con las fricciones entre los objetos. En esta muestra se puede ver, incluso, un tejido social, un tejido urbano. Es muy silenciosa, pero a la vez muy potente y cargada de espiritualidad”.
Levedad. La referencia a los objetos cotidianos como portadores de sentido que los excede y que en ciertas circunstancias puede hacerse visible, es al parecer una de las cualidades de esta exposición de Martha Cajías, y acaso de gran parte de su obra. A propósito, Juan Carlos Orihuela escribe: “En esta muestra, Martha Cajías nos relata una intimidad que tiene que ver con formas, sonidos e imágenes que constituyen el trasfondo diario de una cotidianidad a menudo imperceptible e invisible y que, sin embargo, está ahí, constante, siempre presente: escobas que rompen el silencio de los amaneceres, piedras que cantan y oran en completo silencio, atados que guardan vaya uno a saber qué misterios; en fin, rituales cotidianos, terrenales, que exponen su levedad desde su profundidad más humilde”.
Los rituales, ya se sabe, son presentificaciones de un mito. En el trabajo que a lo largo de los años ha desarrollado Martha Cajías (pintura, batik, dibujo, tejido) el mito ocupa un lugar central. Ya Michela Pentimalli, en un trabajo crítico, hacía notar que esos mitos le permiten a Cajías apropiarse al mismo tiempo de la memoria colectiva y de la memoria personal. Estos Rituales cotidianos son una presintificación de un profundo mito.
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