lunes, 18 de enero de 2016
Expresión sin CARA
Me encantan las máscaras porque no solo permiten al público identificar a los personajes de una obra, sino que también obligan al actor a trabajar más con el cuerpo”.
Vene Vieitez es el director de Teatro Strappato, una compañía italiana que desde 2009 trabaja con espectáculos didácticos con obras de la Comedia del Arte, un género cultivado en su país de origen entre los siglos XVI y XIX y que se mostrará el miércoles en La Paz, en el Espacio Patiño. La representación forma parte del ciclo Tesori d’Italia (Tesoros de Italia), unas sesiones con las que la Società Dante Alighieri mostrará al público boliviano aspectos de la cultura italiana que van más allá de los estereotipos que se conocen en el resto del mundo.
El Baúl de los Bufones es el título del espectáculo en el que dos actores de la compañía interpretan a un sinfín de personajes gracias al uso de máscaras de cuero tradicionales de los escenarios clásicos europeos. Para ello, los integrantes del elenco han realizado una investigación larga y exhaustiva sobre las técnicas de actuación y el uso de las caretas rígidas: “Es un arte que nos ha acompañado desde los albores de la civilización occidental”, asegura Vieitez.
Este tipo de teatro requiere que el intérprete involucre más el cuerpo, ya que pierde la cara como instrumento de actuación y expresión, a la vez que convierte al personaje en una caricatura con la que el espectador puede sentirse identificado. Las máscaras son, por ello, diferentes a las que se utilizan normalmente en los carnavales de origen latino. “Ésas ya tiene expresión, mientras que las que se usan en la comedia del arte son rígidas”.
Sin embargo, las caretas permiten también una más fácil identificación de los personajes, sin necesidad de largos textos que presenten al individuo. “Cada uno de ellos es un arquetipo teatral, siempre presente en los escenarios de todo el mundo: el viejo avaro, el sirviente tonto, el soldado fanfarrón, la mucama astuta… y eso es precisamente lo que queremos ofrecer, un viaje por la historia del teatro occidental”, dice Vieitez.
La función tiene una duración prevista de 75 minutos, aunque su naturaleza didáctica puede hacer que se extienda hasta una hora y media. “En este tipo de presentaciones el público es incentivado a hacer preguntas y consultas sobre lo que hacemos en el escenario. Esto es ideal porque nos permite educar a la audiencia sobre los mensajes que este tipo de arte tiene y que, en la actualidad, ha quedado limitado solamente a los expertos”.
Este formato de teatro dialogado con el espectador tiene sus raíces en la época en la que Vieitez aún trabajaba en una compañía de Comedia del Arte en Italia, poco antes de fundar su propio elenco. En ese entonces, tras terminar una actuación, el público hizo preguntas sobre la misma a los actores. Las respuestas incrementaron el disfrute de los asistentes, quienes indicaron a la compañía que “deberían explicar más, para que todos entendamos”.
“Lo que ocurre es que con el paso del tiempo mucho del conocimiento sobre el arte fue alejándose del pueblo y quedando en las manos de quienes estudian a fondo las artes escénicas. Hay alegorías que la gente común no entiende porque carece del conocimiento necesario para hacerlo. El hombre de este siglo ya no comprende las metáforas musicales que hay en una sinfonía o la sátira de algunas piezas teatrales. Trabajamos para rectificar eso”, agregó el teatrista. Es por ello que la participación del público es incentivada con una pequeña introducción antes de iniciar el programa. Asimismo, cada fragmento de la pieza es precedido por una pequeña charla en la cual los artistas presentan las claves lingüísticas, culturales e históricas necesarias para que la comprensión del texto sea total.
DIALECTOS. Siguiendo ese esquema, la presentación del miércoles estará compuesta por fragmentos de obras escritas entre los siglos XVI y XVII en España, Francia e Italia, todos interpretados sin ninguna modificación idiomática. Así, los textos del Siglo de Oro español se declaman en el dialecto de la época. Los fragmentos de dramaturgos de la Grecia clásica, como Sófocles, y de la latina, como Plauto, son traducciones directas del griego y el latín. Incluso se cuenta con una parte de una obra del dramaturgo boloñés del siglo XVI Giulio Cesare Croce, en el italiano de la época. “Es que el lenguaje es parte muy importante del mensaje. Las alegorías de esas obras funcionan gracias al dialecto. Pero, claro, vamos a proporcionar a los presentes las herramientas necesarias para que no tengan problemas”.
El elenco se encuentra en Bolivia, además, realizando una investigación para su nueva obra, Betún, sobre los niños trabajadores de la calle, que estrenarán en julio.
Una pieza de teatro social, la otra área de trabajo de la compañía Teatro Strappato con la que esperan algún día llegar al gran público, igual que con las máscaras.
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