De las piezas que componen la producción, Misa San Ignacio, compuesta por Doménico Zipoli —autor de cabecera de las misiones jesuíticas—, es una de las más importantes. “Es una obra para coro a tres voces, dos violines y un continuo que brinda la oportunidad de redimir el uso de los bajones”, detalla Maldonado.
La música nativa ejecutada con los bajones desapareció y esos instrumentos, añade, “encontraron su estrategia de supervivencia en la música sacra”.
Su permanencia en el templo es una prueba del aporte indígena a la música europea. “Ése fue el motivo que impulsó al Ensamble Moxos a rescatarlos de una manera coherente y respetuosa con la partitura y con la naturaleza de los propios instrumentos, tan frágiles y poderosos a la vez. De este modo fueron incorporados a orquesta como un continuo más, que regala cuerpo y enriquece los bajos”, manifestó la directora.
El disco contiene también sonatas chiquitanas y piezas rescatadas de la tradición oral de los pueblos de Beni. Esa música, grabada con el apoyo de la Embajada de España, se escuchará, a las 19.30, en dos conciertos gratuitos: hoy en el Teatro Raúl Salmón de El Alto y el domingo en la Catedral Castrense de La Paz (Irpavi).
“El ensamble hará gala de un espectáculo que muestra la influencia jesuítica en la cultura nativa de los pueblos orientales de Bolivia”, anticipa Maldonado.
El Ensamble Moxos desarrolla hace seis años una labor de rescate de la música misional barroca. Está conformada por 21 músicos, los mejores alumnos de la Escuela de Música del Beni, un ambicioso proyecto en el que se enseña gratuitamente a más de 200 niños y adolescentes indígenas.
María Pérez Sánchez-Laulhé, consejera Cultural de la Embajada de España, destaca además su trabajo “en la preservación de la identidad del pueblo beniano” y espera que Piesta Moxos tenga el mismo o mayor éxito que sus anteriores placas discográficas.
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