Al pasar el tiempo todo va cambiando y las costumbres de Carnavales, no son la excepción, pues recuerdo que al concluir el ingreso de los conjuntos folklóricos el Sábado de Peregrinación, aún quedaba aliento para realizar demostraciones nocturnas y la participación de las familias en el Alba, una costumbre que fue plasmada por Grover Padilla Durán en su obra pictórica que refleja una costumbre que lamentablemente, ya se perdió.
Grover Padilla se inició con el arte de la pintura desde los diez años y profesionalmente hace veinticinco años, plasma la realidad y costumbres de nuestra ciudad en sus obras que se basan en lo popular y la vida cotidiana de la población.
La percepción que tenían un grupo de pintores dedicados al arte social como Jaime Calizaya y Jhonny Jirona entre otros, quienes pretendían plasmar en sus obras la esencia de nuestro pueblo, guiados por su mentor don Alberto Guerra, le motivó a plasmar las costumbres en una serie de cuadros relacionados con las costumbres de Carnaval que desaparecieron hace tres a cuatro años, debido a que al concluir el ingreso de los conjuntos a las tres o cuatro de la mañana del día domingo es imposible la realización del Alba.
Para las personas que desconocen de esta costumbre, el alba era un momento de esparcimiento que se iniciaba al amanecer, después del ingreso de los conjuntos el sábado de la entrada de peregrinación y se desarrollaba en inmediaciones del atrio del Santuario de la Virgen del Socavón, donde los componentes de las bandas ofrecían una serenata a la patrona de los folkloristas deleitando también a los asistentes que compartiendo ponches (bebida alcohólica caliente), aprovechaban de bailar todos los ritmos que habían escuchado durante la entrada del sábado de Carnaval.
Padilla recuerda que al Alba asistían familias íntegras al son de las bandas que daban una bienvenida a la Virgen del Socavón, por lo que tuvo la idea de plasmar algunas imágenes como la de los diablos que caminaban por la parte exterior del templo donde se vendían comidas tradicionales como el rostro asado, rangas, café, api con buñuelo y otros que asemejaba a una feria, un amanecer donde se tenía de todo un poco.
Hace aproximadamente diez años emprendió esta idea de plasmar en sus pinturas todo lo referente al Alba y la Diablada, la danza más tradicional del Carnaval que junto a sus tradiciones y costumbres era parte importante de todo lo que significa la festividad.
"Por estos detalles empecé a hacer una serie de diablos en el Alba, personas que caminaban en el entorno del amanecer, entre el amanecer y el nuevo día, perdiéndose tímidamente en la obscuridad, motivo por el que sacaba fotos para luego realizar obras en distintas temáticas que fueron creadas en dos a tres años porque se iban incrementando diablos en el Alba o la Albada como decía don Alberto", sostiene Grover Padilla.
Ante la pérdida de esta costumbre, el artista propone a las autoridades que la entrada de peregrinación pueda reducirse de alguna manera para que no se pierda esta costumbre y se recupere lo que significa el Alba, que las familias vuelvan a compartir a esa hora degustando platos típicos al son de las bandas de música.
"Como esto va desapareciendo, se me ocurrió crear obras de arte en base a esta costumbre que mucha gente extraña porque ya no tienen la oportunidad de participar en este espacio de tiempo que se realizaba entre dos a tres horas", refirió.
A raíz de este punto de vista, Grover Padilla, creó alrededor de 20 obras pictóricas en las que se aprecia detalles de lo que era el Alba, costumbres como la presentación de una mesa dulce a la Pachamama, el acullico de la coca, consumo de alcohol para la challa y la degustación de alimentos característicos de nuestra cultura como es el rostro asado, ranga, api; la presencia de caras que representan a la población y los danzarines como el caso de una de sus obras donde se aprecia a un danzarín de civil, aunque aún con su pollerín y botas de diablo representa que a pesar del cansancio también es capaz de continuar con las tradiciones que se realizan en las primeras horas del nuevo día.
Según el artista, en algunos casos es difícil plasmar de memoria los detalles, por lo que debe sacar fotografías para recordar algunos aspectos que se suscitan en medio de la noche o la mañana por ser fugaces, muy al contrario de cuando se pinta paisajes, los que pueden ser pintados incluso durante toda una hora.
"El artista tiene que poner sus pinceladas que deben ser notorias porque caso contrario se ingresaría al híper realismo que es muy similar a la fotografía por ser muy parecido, lo cual respeto porque muchos artistas se dedican a plasmar sus obras de esta manera", manifestó.
En las obras pictóricas, se representa también caretas de diablo o personas disfrazadas que representan en este caso según la creencia del artista, al tío de la mina encargado de cuidar el mineral.
De esta forma el artista muestra una etapa importante de nuestra vivencia en la época de Carnavales, que al pasar el tiempo sufre cambios positivos y negativos como el de la desaparición del alba, esperemos que este hecho sea tomado en cuenta por los organizadores del Carnaval, puesto que es necesario continuar rescatando nuestras tradiciones.
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