La urbe paceña se convierte en las tardes y noches en un escenario particular para que diferentes artistas puedan demostrar su talento en plena vía pública así generar algo de economía para su diario vivir, como el caso de Julián Quenta y Freddy Mendoza, dos pintores que muestran sus habilidades al aire libre.
Por lo general salen los fines de semana al atrio de la iglesia de San Francisco, en el centro de La Paz, a partir de las 16.30 y se quedan por un par de horas para empezar a pintar y ofrecer a los transeúntes los cuadros que ellos mismos elaboraron en frente del público.
No requieren de un modelo específico porque unen imágenes naturales con la imaginación, un cerro montañoso con nevado y una vegetación donde hasta se puede encontrar una madre panda con su cría. Así son algunos de los cuadros que Quenta y Mendoza pintan.
Cuando llegan a la conocida San Francisco, sacan sus instrumentos de trabajos que no precisamente son finos pinceles, sino trapos, spray, encendedor, hoja blanca y pinturas. Antes de iniciar con su trabajo, ponen música suave para inspirarse y relajarse mientras plasman la imagen en frente la mirada de los transeúntes que de a poco se juntan hasta formar un círculo para verlos.
Visten sencillos y charlan muy poco mientras pintan, pero sonríen y eso hace ameno el trabajo frente a la gente que los observa detenidamente el cómo una hoja en blanco, de un poco menos de medio metro, va convirtiéndose en una obra de arte.
Cada uno a su estilo, esparcen el acrílico en la hoja en blanco, le dan color con la ayuda de un trapo atoallado para darle un toque de textura, mientras que el otro prefiere agarrar cartones y pinceles para formar su imagen.
Mientras realizan ello, más transeúntes se asoman para observar el trabajo de los pintores que con spray en las manos, brochas y hasta fuego que impresionan.
Con tranquilidad, paciencia, pero al mismo tiempo agilidad, combinan colores y formas propios de la naturaleza. De a poco va tomando forma el cuadro.
En menos de media hora y ante la mirada de los transeúntes, lo que al inicio fue un cuadro blanco pasa a ser una obra de arte lista para ser colgada en las casa, oficias u otros espacios.
Cuando terminan el trabajo lo ofrecen al público a Bs 50, pero también, de forma amena, realizan un sorteo para entregar los otros cuadros, por lo cual, venden tres rifas en Bs 5, el ganador elige la obra que más le guste.
Julián Quenta, de nacionalidad peruana, señaló que desde muy joven incursionó en el gusto por la pintura, pero desde hace un año empezó a salir a las calles a pintar como una forma de generar ingresos económicos.
Freddy Mendoza, nacido en La Paz, es quien lo acompaña también para pintar frente al público y también generar ingresos para su cotidiano vivir, aunque en ocasiones no siempre pueden salir a pintar, pero cuando lo hacen, deleitan al público con su talento que al final se ven plasmados en los cuadros.
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