A Gonzalo Callejas le gusta contar que llegó por casualidad al teatro y, con más precisión, al Teatro de Los Andes. Sin embargo, desde la tragedia griega sabemos que las casualidades no existen y que todo es parte del inexorable destino. Es así que todo estaba listo para que alguna tarde Gonzalo asomará su rostro al primer taller que impartían Cesar Brie y Naira Gonzáles en el Teatro Gran Mariscal, allá por la década de los noventa. Todo estaba listo para que 25 años después, él, junto a Lucas Achirico, Alice Guimaraes y Giampaolo Nalli, siguieran manteniendo viva la llama de uno de los proyectos culturales más importantes que ha dado Latinoamérica al mundo.
UN VIAJE
No puedo precisar el año, pero Víctor Hugo Cárdenas era el primer vicepresidente indígena de Bolivia. Jorge Sanjinés llegaba a Sucre a recibir el Cóndor de Los Andes de sus manos, y para presentar "La Nación Clandestina" en el marco del Festival Internacional de la Cultura, junto a Beatriz Palacios. Lo recuerdo porque luego de la presentación cenábamos con Sanjinés y de pronto entró al lugar César Brie y se acercó determinado. Saludó a Sanjinés y le dijo algo así: “Usted no lo sabe, pero gracias a una de sus películas decidimos venir a Bolivia (creo que se refería a Yawar Mallku)”, y lo invitó a ver al día siguiente “Ubu en Bolivia” en la Normal de Maestros (en ese entonces todavía era Normal). Demás está decir que Sanjinés asistió y se sintió deslumbrado por el trabajo del grupo.
“Ellos siempre contaban anécdotas acerca de cómo llegaron a Sucre. Una puede ser esa. César siempre decía que quería regresar a Latinoamérica porque Europa ya estaba desgastada. Argentina no le gustó, porque era como Europa. En esta búsqueda fueron a Ecuador, a Chile, Centroamérica y, al final, decidieron regresar a Chile. Tanto así que el primer nombre del grupo iba a ser Teatro del Pacífico. Una visita a Arica les acercó a la historia de la Guerra del Pacífico. Luego en Bolivia conocieron la otra versión del conflicto y entonces decidieron que este era el país al que debían venir.”
Gonzalo cuenta que luego el viaje por Bolivia fue largo antes de llegar a Sucre. Estuvieron por Cochabamba, hicieron algún trabajo con comunidades con la Fundación Simón Patiño y, por casualidad (aunque sabemos que las casualidades no existen) vinieron a Sucre, al segundo Festiva Internacional de la Cultura.
LAS LUCES DEL FESTIVAL
Gonzalo recuerda (como recordamos todos) como entonces la ciudad cambiaba con el FIC, les pareció fabuloso, los teatros llenos, la juventud vibrante, la vida pura, intransigente, bullendo en las calles, y entonces creyeron que Sucre era el lugar exacto para el desarrollo de su proyecto. Simplemente, el Festival los encandiló.
“Decidieron venirse, pero terminó el Festival y no pasó nada. Con el tiempo decían que aquí es muy difícil hacer arte. También, supongo, tiene que ver con la estructura social tan marcada en Sucre de anclarse al pasado. Ese quizás también fue uno de los motivos para irnos a Yotala. Esa es, más o menos, la más oficial de las versiones”.
HACER TEATRO EN SERIO
Cuando Gonzalo y Lucas Achirico decidieron unirse al Teatro de Los Andes, eran muy jóvenes y nada estaba muy claro. Lo único claro era la disciplina y el régimen de entrenamiento y trabajo que proponían los otros integrantes del grupo.
“Luego de tres años, me di cuenta que estaba haciendo teatro. Me di cuenta que la disciplina había sido la base de nuestro trabajo. Entrenar diario, crear, vivir para esto. Eso es lo que nos ha hecho llegar donde llegamos. Ahí es que decidí vivir del teatro. Hacerlo hasta donde me den las fuerzas. "Las abarcas del tiempo" fue de esa época, una obra poética, muy boliviana.”
“Las abarcas del tiempo” es recordada como una de las más bellas obras del Teatro de Los Andes, una entrega que ya no se verá más, como se la vio entonces, porque sólo corresponde a esa época y a sus protagonistas.
TOCAR LA OTRA BOLIVIA
Le pregunto a Gonzalo si cree que uno de los aportes grandes del Teatro de Los Andes es haber acercado a la gente a la cultura de la Bolivia profunda, como muchos creen, pero la respuesta es más bien autocrítica.
“Una cosa es hablar de un país, desde el teatro o el cine y hacerlo bien. Otra cosa es vivir el país en carne propia. Yo creo que a nuestro grupo le ha costado mucho acercarse a la vida de la Bolivia real que no siempre es lo que pasa en la obra, eso se puede hacer de manera maravillosa. Pero había ese otro lado, nuestro teatro estaba hecho para otra gente. Nunca hemos podido acercarnos a la clase más popular. Eso se nota”, afirma.
“Por ejemplo, César interpretaba muchas cosas de nuestra realidad, pero no siempre tenía razón. Había muchos choques, conmigo sobretodo, porque me interesaba el trabajo en campo. Un tiempo yo insistía para sumergirnos más al campo, pero las necesidades de los otros integrantes no era esa. Había problemas materiales, porque había que bancarse muchas necesidades.”
LO QUE BOLIVIA GANÓ CON EL TEATRO DE LOS ANDES
En esto Gonzalo es claro y categórico, y quién se atrevería a refutar la influencia e impulso que ha sido el Teatro de Los Andes para el teatro boliviano en general.
“Más allá de las obras y el tipo de teatro que hacemos. Yo creo que Bolivia ha ganado creer en el teatro. A partir de nuestra experiencia muchos jóvenes y artistas han querido, no imitar la forma, sino imitar el creer y el vivir del teatro y ahora están luchando. El Teatro de los Andes ha sido clave en eso. Creer que puedes vivir del arte. Es tan difícil, incluso en estos tiempos que deberíamos tener apoyo y sin embargo parece que es lo contrario.”
Pero además de ese creer, o ese aprender a creer tan fundamental, el Teatro de Los Andes ha sido la medida del teatro a nivel nacional. Es decir, pusieron la vara en un nivel de excelencia a igualar a imitar a superar. Disciplina, constancia, trabajo, las palabras que Gonzalo repite como parte de un credo casi monástico.
LA IDEA DE GRUPO POR SOBRE TODO
Luego de la partida de César Brie muchos pensaron que el grupo se venía abajo, que se acababa, pero esto est'a muy lejos de ser así. La explicación tiene que ver con algo esencial. Algo que no es de forma, sino de fondo. Algo que explica la razón de ser del Teatro de Los Andes.
“Hay que entender una cosa que es fundamental. Yo creo que el Teatro de los Andes, antes y después, ha sido un grupo. Lo ha sido antes y lo es ahora y nosotros creemos en el grupo. Esa forma ideológica, si se quiere, de entender el trabajo nos ha mantenido unidos. Eso ha sido fundamental. Ahora ya casi nadie cree en los grupos. Hay pocos que sobreviven, en Ecuador Mala Yerba, La Candelaria en Colombia. Son pocos, raros. La tendencia ahora es el director como estrella y contrata a los actores y monta su obra. Es una visión de la vida, lo comunitario antes que lo individual. En un grupo todo es democrático. Sí, hay un líder. Tenemos ciertas divisiones. Pero hay democracia, y eso es jodido mantener”.
Y quizás este fue el principal foco del conflicto interno en el Teatro de Los Andes que llevó a la separación con César Brie.
“Por mucho tiempo, los jóvenes, no porque no podíamos, sino porque dejábamos, no teníamos una posición. Uno de los errores fue no participar y no opinar. Hemos cedido a muchas cosas. Al final había una persona que decidía, y estaba bien. Pero luego ese fue uno de los problemas para separarnos con César. Porque cada vez había más brechas. César ya no era un compañero más, sino el jefe. Al inicio dentro de la organización del grupo, luego cuando se metió en lo artístico desencadenó todo. Al principio César defendía mucho lo del grupo, nos daba voz a los actores, luego ya no, era él, César Brie y el Teatro de Los Andes. Eso nos alejó mucho. No por culpa de Brie. En esto tenemos responsabilidad todos.”
LOS MOMENTOS
Cuáles serían los momentos importantes en la historia del Teatro de Los Andes. Los que marcan una inflexión, una significación, un giro. Han pasado 25 años y entre luces y sombras, apelamos a la subjetividad de Gonzalo para tener algo más sintético, aunque de antemano, sepamos que es imposible.
“Creo que ha habido tres momentos fundamentales. Cuando cumplimos diez años. Ahí hubo una primera ruptura entre César y otros compañeros. Los otros diez años fueron los que maduraron la ruptura definitiva con César, y estos últimos cinco años, en los que hemos logrado sobrevivir haciendo dos obras fundamentales: Hamlet de Los Andes y Mar, que pertenecen definitivamente a otra era. Siempre hemos estado en momentos críticos. Un artista nunca está tranquilo. Siempre estamos en riesgo, no sabemos qué va a pasar. Eso tiene que ver con el trabajo que haces, con la situación económica que tienes. Hay muchos factores. Siempre pensamos que se va a terminar y nunca se termina. Piensas que no das más, pero sigues. Estamos en este momento. A 25 años, no sabemos qué va a pasar”.
Pero lo que va a pasar ya está escrito, como en la tragedia griega, nadie puede escapar a su destino, y quizás el destino de Gonzalo y sus compañeros sea seguir haciendo teatro, enseñando teatro a las nuevas generaciones, y seguir luchando en un país y sociedad que no reconocen a plenitud todo lo que nos han dado y seguirán dando.
Nuestra conversación termina y es hora de saldar nuestra cuenta con el capitalismo. Le pido a Gonzalo que me deje pagar el café. Faltan dos pesos. Esos los paga él.
SOBRE EL TEATRO DE LOS ANDES
El Teatro de Los andes ha sido fundado en Bolivia en 1991. Su sede está en la localidad de Yotala, cerca a la ciudad de Sucre, en una pequeña hacienda dónde prepara y presenta sus espectáculos, realiza encuentros y talleres sobre teatro, y hospeda otros artistas y grupos teatrales.
Su trabajo está caracterizado fundamentalmente por la creación colectiva. Todos, director y actores, aportan en la creación en diferentes disciplinas; desde los elementos de la puesta en escena, hasta la propuesta musical, escenográfica y dramatúrgica. En sus espectáculos busca reflexionar sobre el espacio escénico, sobre el arte del actor y la necesidad de contar historias, de recordar, de retomar la propia esencia, construyendo un puente entre la técnica teatral y las fuentes culturales andinas, utilizando el encuentro, el contacto y el diálogo como elementos imprescindibles.
Actualmente el Teatro de los Andes está integrado por GIAMPAOLO NALLI (Coordinador General), GONZALO CALLEJAS (Responsable Artístico, Actor, Escenógrafo), LUCAS ACHIRICO (Responsable Musical, Actor), ALICE PADILHA GUIMARAES (Responsable Pedagógica, Actriz)
BRIE SOBRE EL ORIGEN DEL GRUPO (FRAGMENTO DE ENTREVISTA EN EL DEBER)
“Fundé el Teatro de los Andes en 1991, pero el proyecto lo inicié 4 años antes, cuando comencé a ahorrar dinero para hacerlo. Ahorré $us 70 mil de la época (no logré llegar a la cifra de 100.000 que eran los que consideraba necesarios para poder iniciar).
Había escrito un plan donde detallaba que debería encontrar un lugar cerca de una ciudad con universidad para podernos aislar en el trabajo y al mismo tiempo estar cerca de las pulsiones que la juventud posee.
Pocos meses antes de partir para Bolivia me reencontré casualmente con un viejo amigo, Giampaolo Nalli, el cual decidió seguirme en la aventura, vendió lo que tenía y aportó $us 30 mil al proyecto. Paolo no era actor, y se ocupó de la parte económica. Y fue por años, la persona con la cual consulté y discutí lo que íbamos creando y haciendo.
Conmigo estaba Naira González, hija del titiritero Edgar Darío González, que fundó en los 70-80 el Teatro Runa. El aporte económico de Naira le fue devuelto en el momento en que decidió volver a Europa. Yo traía un unipersonal El mar en el bolsillo y con Naira teníamos una versión nuestra de Romeo y Julieta.”
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