500 años de teatro en Bolivia está dividido en dos grandes secciones. La primera parte está dedicada a las investigaciones y trabajos sobre la actividad teatral desarrollada por diversos autores, ya sean estos historiadores, sociólogos, antropólogos o mujeres y hombres de teatro que se entusiasmaron por la idea de dejar un testimonio sobre el teatro, en distintos momentos y épocas. En cuestión de tiempo, esta primera parte abarca reflexiones y comentarios desde 1572 hasta la década de los 90 del siglo XX. La segunda parte está dedicada a una joya arquitectónica y patrimonial de la ciudad de La Paz, el Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez y al enorme abanico de actividades realizadas en sus ambientes. Inaugurado oficialmente en 1945 cobijó desde teatro a proyecciones cinematográficas, reuniones políticas y bailes de Carnaval.
El primer documento que abre la presente compilación corresponde a Marie Helmer, investigadora de origen francés, quien publicó su trabajo en 1960, con el apoyo del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la Universidad Tomás Frías, Potosí. Estudiando los archivos y documentos coloniales conservados en la Casa de la Moneda de Potosí, Marie Helmer nos regala —a manera de ejemplo— un dato esclarecedor: “Posiblemente ya tenía Potosí un ‘corral’ en el año 1572”.
Cuatro siglos después del teatro que pudo haberse representado en el corral de comedias de Potosí, otro autor que forma parte de la presente compilación refiere que para el año 1990 los trabajadores del teatro boliviano intentan reactivar la Asociación Boliviana de Actores (ABDA) convocando a elecciones del gremio para conformar una nueva directiva. En el mismo año de 1990 se registra el fallecimiento de importantes animadores teatrales como Peter Travesí Canedo, quien da un notable impulso al teatro de humor y de café concert; Raúl Salmón, creador del teatro social, intensa actividad que acompañó importantes transformaciones sociales y políticas ocurridas en Bolivia en los años 50 y 60 del siglo XX; Guillermo Francovich, filósofo y dramaturgo boliviano, quien murió en Río de Janeiro, Brasil.
De épocas tan remotas como el siglo XVI deviene una intensa actividad teatral, cuya principal característica fue la presencia vital de compañías teatrales itinerantes extranjeras, de paso por el territorio colonial, en especial actores, actrices y empresarios españoles. Compañías de teatro conformadas fuera de nuestras fronteras que, además de traer la producción teatral europea, renuevan la actividad teatral interna. La presencia de dichos elencos convertirá a los hechos teatrales en la principal y más significativa actividad de la sociedad colonial y republicana, realzando las fiestas religiosas, conmemoraciones cívicas u otros acontecimientos sociales.
Durante la etapa republicana (1825 en adelante), las compañías teatrales españolas y americanas continuan llegando al país, alimentando y enriqueciendo la actividad de autores y actores nacionales. La principal virtud y debilidad de personas y grupos nacionales atraídos por las artes representativas es que realizan un entusiasta teatro no profesional en razón del reducido mercado para las actividades culturales, público escaso y la magra ayuda tanto privada como estatal, lo cual no alentaba una dedicación exclusiva o permanente a las artes escénicas.
500 años de teatro en Bolivia intenta reunir en una sola publicación ensayos y documentos cuyo contenido tiene una mirada amplia a la actividad teatral. Textos publicados en diversos momentos, por varias instituciones en distintos lugares del país y por diferentes medios gráficos: libros, folletos, periódicos, manuscritos. Por tanto, son extractos o textos completos ubicados en folletos, libros o periódicos publicados por sus propios autores o gracias al apoyo circunstancial del Estado o la empresa privada. Publicaciones auspiciadas por universidades, municipalidades, unidades gubernamentales de apoyo a las artes, en una sociedad con instituciones secularmente asediadas por muchas carencias. Algunos textos, muy pocos, son manuscritos inéditos, hallados en bibliotecas o recibidos de generosas manos, como los escritos de Joaquín Gantier, Tito Landa, Maritza Wilde o Miguel Arteaga
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