Su formación autodidacta le hizo más exigente consigo mismo. Tuvo que practicar mucho, como él mismo indica, tanto en técnica, conocimiento del equipo, composición, luz, pero sobre todo en educar el ojo a los pequeños detalles para sentir, vivir, crear, fantasear, amar y jugar con la fotografía. De su estudio no sale ninguna foto si no está contento con ella.
El patrimonio arquitectónico del sur de Bolivia tiene cautivado a Sergio Trujillo Bravo, fotógrafo profesional español de padres bolivianos. Ya estuvo en Sucre, retratando sus atractivos turísticos —en fotografía vivencial y artística— para la Dirección de Turismo del Gobierno Autónomo Municipal. Ahora tiene en sus planes encarar algo similar en el Salar de Uyuni, Potosí y en Toro Toro.
De 42 años, radicado en La Paz, Sergio tiene muy buen sentido del humor y, amablemente, comparte con nosotros algunas de sus fotos mientras habla de su sueño inicial de vivir de la fotografía.
Él ahora sí que vive exclusivamente de ella: tiene 12 años de experiencia y una amplia gama de servicios que abarcan desde books hasta fotos de productos comerciales.
A muchos les apasiona este arte, será por su poesía; millones de personas lo practican a diario con sus teléfonos celulares, pero… la fotografía es cosa seria.
“En los cursos que dicto siempre digo que te conviertes en fotógrafo cuando entiendes que tener una cámara no te hace fotógrafo, menos pasar un curso. Te conviertes en fotógrafo cuando entiendes el comportamiento de la luz y eres capaz de modificarla”, enseña para ECOS.
Educar el ojo
Todo comenzó cuando tenía 17 años y tomó un curso de fotografía y video, en los años 90, cuando la tecnología era analógica, con película, nada de digital. Esta pasión, que había despertado en la adolescencia, se convirtió en un medio de vida más tarde al comprarse una cámara de fotos y otra de video.
Los inicios fueron difíciles, pero no se dio por vencido. Regularmente modernizaba su equipo y también tuvo que invertir en libros, revistas y cursos, entre otros, hasta convertirse en un fotógrafo hecho y derecho.
Su formación autodidacta le hizo más exigente consigo mismo. Tuvo que practicar mucho, como él mismo indica, tanto en técnica, conocimiento del equipo, composición, luz, pero sobre todo, en educar el ojo a los pequeños detalles para sentir, vivir, crear, fantasear, amar y jugar con la fotografía. De su estudio no sale ninguna foto si no está contento con ella.
Dice que los cursos que tomó no colmaban sus expectativas, pero recuerda con especial reconocimiento el que tomó en un instituto de Nueva York y que le otorgó una importante certificación. Mantiene el enamoramiento por la fotografía porque —afirma— siempre hay algo nuevo por hacer, por aprender, por experimentar, por sentir… Y, entonces, “nunca es lo mismo”.
Se ha presentado a varios concursos y ha ganado premios y menciones; sin embargo, el máximo galardón —aclara él— son los recuerdos de momentos que evocan las fotografías tomadas en su carrera.
De naturaleza
Si de fotografía se trata, Sergio se mueve en todos los géneros, con la excepción del fotoperiodismo.
Entre sus favoritos está la fotografía de naturaleza, a la que considera lo máximo, además de ser la más cara para producir; tan paradójica que con ella, por lo general, no se gana dinero.
Se define como un amante de la naturaleza y asegura que no puede vivir más de un mes dentro de la ciudad porque necesita salir al campo, con su cámara en mano, para captar paisajes, flora, fauna, etc. Según Trujillo, los fotógrafos de naturaleza son privilegiados por tener la oportunidad de ver espectáculos únicos.
Cree que deben estar “un poco locos” si salen a las cuatro de la madrugada para fotografiar el amanecer, y se congelan de frío a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, o pasan toda la noche despiertos para hacer fotografías nocturnas por solo cuatro o cinco tomas. Lo mismo se quedan inmóviles y ocultos durante horas esperando a que un animal aparezca, y a veces eso no ocurre y deben volverse a casa sin fotos. “Y cuando llueve y todos quieren estar en casa, nosotros, los locos, salimos a fotear”, confirma Sergio con el humor que lo caracteriza.
De personas y de cosas
La fotografía publicitaria y la de productos también cuentan entre las predilectas de Trujillo; aunque es muy diferente una de la otra. La primera recrea una fantasía; se trabaja con modelos que se meten en la historia. “Debes amar la escena y entrar en todos los detalles dentro del visor”, se explica.
La de producto, en cambio, le permite conectarse con la fotografía, trabajar a solas manteniendo el control total de los elementos, incluidas las luces y también el equipo. Dice que le toma bastante tiempo.
Luego, habla de los reportajes fotográficos. Y de los retratos, muy complicados pues no se trata de tomar una foto a alguien sin conocer a la persona, sino que mínimamente se debe conversar con ella un poco antes de la sesión.
Cuando ECOS le pregunta sobre su opinión de la fotografía de moda, contesta que es un reto trabajar con modelos, concepto, locación, iluminación, peinado, maquillaje, vestuario, pose...
Dice que es fascinante, porque involucra desde el conocimiento de la anatomía humana hasta el retoque durante la edición; “no olvidemos que todos queremos vernos como el de la foto”.
Algunas de sus imágenes han sido colocada en la página de Facebook “Chuquisaca en el corazón”.
Tips de fotografía
Para MODELOS de un book, por ejemplo, la persona debe verse espectacular, perfecta en su producción. Se toma en cuenta principalmente la pose y la armonía del cuerpo.
En los OBJETOS, hay que cuidar mucho el tipo de luz y los reflejos en vidrio y metales.
En PAISAJES, mirar el reloj para ver la hora del día, los filtros, colores y objetos a ser fotografiados.
Para la foto NOCTURNA, averiguar en qué fase lunar se hará la fotografía, a qué hora sale el sol y la cantidad de luz que brinda la luna. Se deben ubicar bien los polos.
La PACIENCIA es el ingrediente fundamental de la fotografía. “Si no la tienes, será mejor que te dediques a otra cosa”. Se debe pensar bien la foto, saber lo que se quiere y trabajar para conseguirlo.
No se trata de DISPARAR por disparar.
“A medida que vas creciendo en el mundo de la fotografía, cada vez disparas menos”.
Más que la SUERTE, cuenta estar con la cámara y el lente adecuado en el momento y el lugar preciso cuando va a ocurrir algo inesperado, como ver un ave levantando una serpiente del suelo mientras vas paseando por el campo.
PRACTICA mucho. “En cualquier libro te enseñan que las 10.000 primeras fotos de un fotógrafo no sirven; yo creo que ese número es muy bajo”.
RELAJARSE. No preocuparse tanto de la cámara, los lentes y el equipo. Mejor es educar el ojo.
La MARCA no debería importar, aunque hay una linda rivalidad entre ‘canonistas y nikonistas’. “Mi preferencia es Canon. A tiempo de comprar una cámara, sería bueno ver la velocidad de obturación, qué objetivo tiene (cuántos x de zoom) o las prestaciones del sensor.
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