René Hohenstein, un motor del teatro en Santa Cruz, sumó en su haber y en el de Casateatro -la compañía que creó y que dirige- nuevos premios Tiqui 2013. Ya tiene 25 de estos trofeos en los 12 años del galardón. “A estas alturas no disfruto de ganar, pero me preocupa perder”, reconoce y recuerda: “En el primer Tiqui también gané mejor director y mejor obra por Sandiablo. Le alegra ser reconocido por nuestros pares, porque votan actores y directores. Es un gusto sentir que se está vigente con 27 años de Casateatro”.
Durante las últimas tres décadas se ha convertido en protagonista y en testigo del teatro cruceño. ¿Cómo era la actividad teatral en la ciudad hace 27 años y cómo la ve hoy?
Hay un cambio drástico. En 1986 existía la sala de la Casa de la Cultura y se hacía tres o cuatro funciones con los grupos que habían. Con el paso del tiempo surgieron las salas independientes Nosotros Dos y Casateatro. La Divina Comedia cerró. Estos lugares demuestran un crecimiento notorio. Hay salas que se permiten mantener obras durante meses como Justo en lo mejor de mi vida, que estuvo 18 en cartelera. Tenemos la Casa de la Cultura, la excelente sala del colegio Eagles, la Aecid y René Moreno, que se convirtió en sala de teatro. Las opciones cambiaron. Ya no es solo el refugio de la ‘Casa’.
¿Cuáles fueron los detonantes para ese avance?
Los talleres que se dictaron en la Casa de la Cultura con Jorge de Lazaleta a fines de los 70 es un hito. La creación de Casateatro en 1986 es un disparador. Se de gente que la primera obra que vio fue de Casateatro y después decidió que quería hacer este arte. Luego, el Festival Internacional de Teatro, que lo planteamos para que el público de Santa Cruz pueda apreciar teatro de afuera y para que nuestros artistas mantengan contacto con sus pares extranjeros, por eso el festival les daba entradas y alimentación en su comedor. Después creé la Plataforma del Teatro Boliviano para proyectar nuestro teatro hacia afuera. Se eligieron grupos nacionales, se invitó a directores de festivales y empezaron a salir obras bolivianas a Brasil, Argentina, Cuba y Chile. Y el último detonante es la creación de una escuela de teatro que forma profesionalmente a una nueva generación.
¿Hay público para la oferta teatral en Santa Cruz?
Hay público y más del que asiste a salas, nuestro mayor problema es la falta de promoción. El público no tiene ni idea de que los fines se semana hay opciones. Conozco gente que luego de 17 años no sabe que hay una sala frente a Correos.
¿Hay oferta para mantener una cartelera permanente?
Sí. Si quiero ir al cine busco la cartelera en el diario y elijo qué quiero ver. Mucha gente llama por teléfono para saber si Casateatro está dando algo. Una pequeña cartelera podría ayudar a tomar una opción. Además, ninguna ciudad boliviana se da el lujo de tener aunque sea dos obras un fin de semana. Aquí la semana pasada teníamos tres, la anterior cuatro y hubo fines de semanas con nueve obras.
Consulto esto porque así como los artistas piden más salas, también se escucha de ellos la queja de que cuesta llenar una sala con público...
Cuesta llenar una sala porque la gente no se entera que sí tiene qué ver. Es una cuestión de desinformación y motivación.
¿Qué urgencias considera que tiene el teatro cruceño?
La urgencia básica es de más salas pequeñas. Hay grupos muy estables como Libélula y Ditirambo, que deberían tener una y su cartelera permanente. Tienen la capacidad para hacerlo. Hay más grupos a los que se les puede asignar espacio tres o cuatro meses y que tengan sala a su disposición para ensayar y dar funciones a colegios durante la semana y al público el fin de semana. Por eso no creo para nada en un proyecto de teatro para 2.500 espectadores, podrían llamarlo centro de convenciones, no teatro. Si hay tanta plata para gastar en la Alcaldía, le haría un favor a la ciudad haciendo unas cinco salas pequeñas de teatro.
Hohenstein visualiza a personajes de la escena local
Un pionero
Se hace teatro en Santa Cruz desde 1864. Humberto Parada Caro en 1959 creó el TEU. En 19 años montó más de 25 obras. Luego, Enrique Alfonso y ACRA.
Un gestor
Marcelo Araúz. En los años 70 y los 80 la Casa de la Cultura empieza a ebullir y trajo directores que dieron talleres, a El Balcón y a Nidia Téllez. Vimos otro teatro.
Un visionario
El señor (NN) que en 1989 hizo el primer espacio para teatro en Santa Cruz, donde ahora es el Palacio Prefectural. La gente llevaba su silla o veía la función parada.
Un actor
Rosendo Paz, con más de 25 años de vigencia. En Mar del Plata fue el mejor actor secundario entre 60 por Tu nombre en palo escrito, un certificado de lo bueno que es.
Una actriz
Vanessa Fornasari, además de actriz y directora es productora. Ha hecho de Libélula un producto, que está incluso en radio. Irradia el teatro más allá de las tablas.
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