Karen Lisondra y el teatro en Bolivia. Se mudó a Argentina en 2001 y entrenó con Guillermo Angelelli (teatro antropológico) y Gabriel Chame Buendía (clown/bufón). Trabajó en una compañía de teatro físico "Fuerza Bruta", con la cual estuvo dos años y medio, mientras seguía con artes marciales y meditación. Ya en 2007 vino a Bolivia para trabajar con César Brie y el Teatro de los Andes en la obra "La Odisea", un trabajo que llevaba cuatro años. Para Lisondra, la formación llega por trabajo. "He estado en procesos teatrales largos y profesionales ya que estuve viajando por muchos países y fui desarrollando una metodología y ética sobre el teatro y a la vez una estética escénica basada en la precisión y la intención", señala Karen y añade: "lo que más disfruto es la exploración de lo invisible, la creación de mundos en un espacio vacío pero concreto. Cada movimiento, cada sensación tuya es parte de un gran baile entre distintos universos. Eres un puente de tu propia imaginación y lo del público, entonces todos son partícipes de ese mismo baile que es un viaje, una ofrenda, un trabajo". También disfruta "muchísimo" la confianza y la hermandad del equipo. "Es un arte colaborativo, como el cine, o grupos musicales, si se mezcla la disciplina con el disfrute, se ve en los resultados", finaliza.
Proceso para armar la obra. "Tener el tiempo para probar ideas, equivocarse, reescribir y madurar es lo que ha dado fuerza a Mocambo", apunta Karen. Ella empezó a investigar a los Badjao (Filipinas), nómadas del mar cuando vivía en Argentina, pero la primera versión de "Mocambo" fue escrita en Ecuador, en 2010. Después, ya en Cochabamba junto a Amado Espinoza probaron diferentes cosas, "hemos inundado toda la sala principal con diez centímetros de agua para tener la sensación de mar y actué arriba de un colchón de aire para poder flotar sobre el espacio. Fue genial, pero el efecto no justificaba el concepto al final", señala. La idea del cubo llegó en una improvisación. Fue creación de Amado Espinoza. "Manu Estrada, que era mis ojos ajenos en la puesta en escena, agregó los mundos sonoros y de luces. Las composiciones, que dan el colchón emocional a la obra, también tardaron meses. Teníamos que conocer los personajes mejor, y a partir de improvisaciones dirigidas con los músicos Christian Escalera y Aleyda Álvarez, Amado y yo fuimos encontrando lo que queríamos transmitir musicalmente", explica.
Sobre la obra. Más de 200.000 Badjao son marginados y discriminados. Tienen la esperanza puesta en que sus hijos no sigan sus huellas, pero esta desesperanza y su pobreza creciente empuja a muchos de estos niños a las redes de los traficantes, destinándolos a ser esclavos domésticos, obreros explotados, o trabajadores sexuales. El tráfico humano es una de las redes del crimen que tocan todos los rincones del mundo.
La edad promedio de víctimas de la industria del sexo es de 12 años. Hay miles de estadísticas que demuestran su tamaño inmenso.
Es sobre este importante tema que habla esta obra teatral.
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