La pieza ha sido analizada según dos percepciones de riqueza en el contexto local: una, que para los españoles estaba asociada con el oro y la plata, se traduce en los hilos de tales materiales que lleva el unku, y otra, que para el mundo andino estaba vinculada con la familia, es decir, con “tener a alguien que te teja”.
Además, el unku es parte de la colección Diez de Medina, perteneciente a Tadeo Diez de Medina, el oidor que condenó a muerte a Julián Apaza (Túpac Katari) al cabo del cerco al que el líder aymara sometió a La Paz en 1781.
El dato de la prenda es de relevancia, considerando que muy pocas descripciones se tiene del físico y de la vestimenta de Katari, según constató la desaparecida historiadora María Eugenia del Valle, autora de Historia de la rebelión de Túpac Catari.
Si se va a tejer más en torno a este tema, vale la pena saber que, tanto la mujer de Katari, Bartolina Sisa, como su hermana, Gregoria Apaza, se declararon, al ser detenidas tras la rebelión en la que participaron activamente, tejedoras e hilanderas.
De que portara un unku no pudo establecerse en los documentos estudiados por Del Valle y que la llevan a lamentar la ausencia de descripciones más precisas del líder.
De los días del cerco, de testimonios plasmados en diarios de quienes sufrieron el asedio, se sabe que cuando “vuelve a producirse otra bajada solemne de Katari a La Paz”, el rebelde aparece “con mascaroncillos dorados en cada rodilla que llaman mascaipachas y un sol al pecho como acostumbraban los incas”. Pero Katari también vestía a la usanza española, por ejemplo con “sortuy verde paño y calzón negro de terciopelo”. Del día de la captura, se indica que “se le desnudó de sus vestidos que los tenía muy ricos”, quién sabe, un unku entre ellos.
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