La habilidad de pintar y dibujar nace en los jóvenes generalmente durante las clases “aburridas” en el colegio, como les ocurrió a Rodrigo y Mateo Rodríguez, ambos primos. En ese contexto los estudiantes comenzaron a dibujar en sus cuadernos y así cada vez fueron adquiriendo mayor interés y convirtiendo el pasatiempo en una labor artística. Pronto se animaron a realizar trabajos con mayor dedicación en hojas y cuadros que luego fueron conservando.
La posibilidad de exponer sus trabajos en espacios culturales, además de hacerlo en la calle, aún no está en los planes de estos jóvenes artistas. Presentar sus trabajos en las calles es para ellos más fácil, debido a que los hacen de forma anónima y sin el temor a ser perseguidos por los mensajes que emiten, que generalmente es algo en contra de aquello con lo que no están de acuerdo.
Para Mateo, el público que se interesa en visitar un museo o lugar de eventos culturales en donde se exhiben dibujos y pinturas, será el único que verá lo que se ha expresado. Pero si los mensajes están escritos en las paredes de las calles, necesariamente todos los que pasan por allí apreciarán la labor del artista. Por eso él prefiere dar a conocer su labor a través del arte callejero, porque así, además, casi nadie sabrá quién fue el que se expresó allí.
La situación se torna más complicada cuando se está fuera de Bolivia. En el caso de Mateo, un alteño que vive ahora en Verna, Suiza, y está de visita en Tarija, él tuvo limitaciones en el país extranjero para hacer conocer sus mensajes, por eso es que no practica seguido el arte callejero.
Mateo pinta desde los 12 años, lleva tres años realizando este arte. Cuenta con más de 200 dibujos en hojas que conserva desde que inició esta labor. Pintó tres cuadros en tela, de cinco metros de longitud y 1,60 de ancho. Por el tamaño de las obras, el trabajo lo hizo en las plazas de Verna, donde no podía pasar inadvertido a la mirada de los transeúntes. También pintó en las paredes de El Alto y en Suiza.
“No podemos pedir permiso para pintar en las calles, porque la idea del arte callejero es que sea ilegal, porque de lo contrario le quita la idea de ser graffiti. Tiene que ser algo rápido y tienes que saber que al día siguiente puede estar sobrepintado”, señala el artista.
Para Mateo, el pintar es una manera de distraerse, por eso siempre lleva consigo un lápiz y un papel para expresar las ideas que tiene en las paredes de su casa y otras en las de las calles, pero para eso requiere de pintura en spray o aerosol.
Rodrigo, por su parte, también realiza graffitis, pero siempre con el temor de ser sorprendido en cualquier momento por manifestar sus ideas. “Al expresar los pensamientos en graffitis, siempre hay un temor, porque a muchos les puede no gustar, de ahí surge la idea de hacerlo en momentos en que nadie nos ve”, comenta.
Los jóvenes siempre tienen algo que expresar para rebelarse contra sus maestros en el colegio o contra el Gobierno. “Es una expresión rebelde, para protestar (contra) algo”, sostiene Rodrigo.
El artista realiza dibujos desde hace 10 años, cuando aún estaba en el colegio. Ahora está en la universidad y continúa con esa labor que fue mejorando cada vez más. Considera que si tiene la oportunidad de exponer sus trabajos lo hará.
Para salir del aburrimiento lo “mejor” es pintar
Mateo y Rodrigo aprendieron a pintar durante las clases aburridas en el colegio. Cada vez fueron desarrollando y mejorando sus aptitudes. Por ello, ambos se destacaron en la materia de artes.
Ahora, los momentos en que practican ese arte son principalmente cuando están aburridos. Consideran a la pintura y el dibujo como el mejor remedio para alivianar el cansancio.
-Mateo realizó tres cuadros, cada uno de aproximadamente cinco metros de longitud por 1,60 de ancho
- Rodrigo lleva 10 años practicando el arte de dibujar y pintar en paredes u otros espacios expresando lo que siente
No hay comentarios:
Publicar un comentario