La flamante Ministra de Culturas y Turismo ha anunciado oficialmente que en abril se realizará al Cumbre de Culturas. No sabemos cómo se está pensando organizar un evento de tal envergadura, esperemos que lo haga con la participación de la sociedad civil y su diseño responda a la dinámica de los procesos culturales de Bolivia. Sin embargo, no soy muy optimista con este anuncio ya que no existe en la historia cultural de Bolivia, un antecedente donde las autoridades permitan que un evento de tal envergadura se organice con los actores culturales (rurales, urbanos, indígenas). Mi primera duda proviene del tiempo previsto para su organización: 1 mes??? Una Cumbre en serio se organiza en 1 año, por lo menos. A partir de ello es que mis dudas crecen: quien, cómo, con qué contenidos y metodologías, cuáles serán los criterios organizativos y de producción del evento, cuál el sistema de participación y representación, etc. Está claro que seguramente jugarán un papel los Consejos Departamentales de Culturas, sino quién? Pero estos están de capa caída una mayoría. Tenemos organizaciones en la sociedad civil pero la mayoría estará esperando la convocatoria y no cuestionarán el proceso de su organización. Dado que el anuncio no dice nada de esto en realidad habrá que darle a la Ministra el beneficio de la duda. De todas formas y para no ser agoreros, aún si se organizara en 1 mes, esperemos que el esfuerzo sirva para que el sector despierte de su larguísimo letargo donde la desunión y la dispersión han alimentado el mismo. Y al despertar se dé cuenta que hay un avance significativo en debate y propuesta que busca cambiar la situación de precariedad del sector a uno de dignidad. Hay una Ley de Culturas avanzada, está la Ley del Cine en la puerta del horno, se ha avanzado en una Ley del Artista, otra de Espacios Culturales, etc. Pero el problema central sigue siendo el mismo: no hay plata ni tampoco el clasificatorio de presupuestos públicos tiene enfoque cultural incluido. Por tanto, con Cumbre o no, deben los actores culturales (artistas, activistas, instituciones, gestores, comunicadores, etc.) apuntar no sólo a lo urgente sino a lo importante: exigir y lograr que la redistribución de la riqueza llegue también al sector: y eso es por lo menos el 1% del Presupuesto General del Estado Plurinacional. Si se logra eso, todo lo demás tendrá un horizonte posible; sin eso no hay nada, todo serán bonitas resoluciones para un cambio que hasta ahora no se ha dado para el sector cultural, y ya llevamos 11 años de Revolución Democrática y Cultural.
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