Varios fueron los escultores que durante esos 15 días trabajaron y dejaron su recuerdo en el inicio de la avenida Juana Azurduy de Padilla y en la plazuela abandonada que se halla en la calle Monseñor Santillán entre Univalle y el hospital Uni.
Durante mucho tiempo esas obras mostraron su esplendor; pasados los años, el descuido, las inclemencias del tiempo y el olvido las dejaron en un estado deplorable.
Murales de los maestros Luis Zilveti y Reynaldo Urioste hoy lucen casi despintados y se hallan ocultos en medio de la basura y detrás de unos quioscos de lata; lo que fue una escultura en honor a Juana de América realizada por Jhonny Quevedo, hoy desapareció y queda como mudo testigo de la desidia solamente la avejentada base, más allá esas preciosas esculturas casi a punto de desmoronarse, son refugio de alcohólicos y covacha de pandilleros.
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