Los frescos de estas catacumbas, que constituyen una auténtica pinacoteca subterránea, conforman un vasto enclave arqueológico de dos hectáreas que vuelve a lucir en todo su esplendor, gracias a un proyecto de restauración con técnicas láser financiado por la Fundación "Heydar Aliyev" de Azerbaiyán.
Esta iniciativa es resultado de un acuerdo firmado en junio de 2012 entre esa fundación y la Comisión Pontificia de Arqueología Sagrada del Vaticano.
El recorrido por la galería subterránea discurre en forma de laberinto por pasillos estrechos formados por rocas.
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