Veinticinco años de trabajo y 10.000 obras repartidas en el mundo le enseñaron a Armando Landívar que la innovación es clave para la oferta de productos en madera, que “no se deben repetir las piezas” y que hay que volver a los clientes “coleccionistas de arte”.
Hace dos décadas y media un joven de 20 años que trabajaba en radio y televisión participó por primera vez en la Primera Feria Exposición Agrícola Ganadera Artesanal (Fexposiv) con un tallado en madera del frontis del templo jesuítico de San Ignacio de Velasco, el cual fue demolido en 1948.
“Quise mostrar esa joya arquitectónica que se había perdido en la región como una forma de protesta por la pérdida del templo donde se habían casado mis papás (...). Con esa obra gané el primer lugar” en la feria, recuerda Landívar, hoy de 55 años, 25 de ellos dedicados al trabajo en madera y ya con “unas 10.000 obras repartidas en todo el mundo”.
“Demoré tres meses en hacer ese cuadro, porque era la primera vez que agarraba un instrumento para esculpir. No tuve ninguna guía. Despertó en mí el talento de tallar, el arte que se lleva en la sangre y que fluye en cualquier momento”, agrega el artista, quien recuerda que su padre (Héctor Landívar) fue el escritor de obras como Tradiciones y Leyendas Chiquitanas —en la que se encuentra la historia de Carmelo Hurtado—, que su madre es maestra de música y que su hermano tiene un oficio relacionado con la danza.
Cuando comenzó su aventura como escultor, Landívar trabajaba en medios de comunicación en San Ignacio de Velasco, pero cinco años después, cuando vio que la demanda por sus obras era mayor al tiempo que dedicaba a ellas, dejó la radio y la televisión y se dedicó “de lleno” al grabado de obras.
“Empecé con las iglesias jesuíticas y luego fui tallando aves y animales para pared; después de dos años empecé a ensayar paisajes. De esa forma me fui formando con un estilo propio: el semirrústico, que no es prolijo, sino que deja (en las obras) el rastro de la herramienta para que se note que es un trabajo manual”, afirma el emprendedor, quien se capacitó en administración de empresas y participa en ferias regionales, nacionales e internacionales. “Representar a nuestro país es el mayor orgullo que tengo y representar a mi región aún más”.
INSTRUMENTOS. Su taller (“Artesanías Landívar”), donde trabaja con maderas blandas pero resistentes como la mara y el cedro, y duras como el tajibo y el cuchi, se encuentra en su propio domicilio, en la calle Bolívar esquina Eduardo Zilker en la región turística de San Ignacio de Velasco, a 483 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Allí, utilizando fotografías como modelos, esculpe a mano murales costumbristas, cuadros de paisajes, arte universal y religioso y adornos, además de tallar diseños artísticos exclusivos en columnas, puertas y muebles.
En su taller, en medio de formones, prensas, gubias y escoplos, trabaja dos horas en la mañana, dos en la tarde y hasta ocho por la noche (de 19.00 a 03.00).
El resto del tiempo lo dedica a ayudar a su esposa, quien tiene “un pequeño restaurante en casa”, y a sus cinco hijos. “Tengo el descanso suficiente (...). Por la noche entro al taller y pongo música fuerte para no molestar a los vecinos con los golpes que doy a la madera”, dijo Landívar, escultor que también se saca tiempo para dar clases gratuitas a jóvenes en situación de vulnerabilidad de la región.
Información de Contacto
Precios. Los interesados en contratar a Armando Landívar pueden llamar al 69203850 o al 76303231. Sus trabajos también pueden ser vistos en la cuenta de la microempresa en la red social Facebook “Artesanías Landívar Decoración de Interiores”.
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