La pintura abstracta se cultiva muy poco en el país, probablemente por el reto que impone para comprenderla, por la diversidad de facetas que tiene. Sin embargo, no siempre es necesario en toda la intensidad que tiene, basta observar la combinación de sus formas y colores para sentir como un regalo indescriptible que entrañan, pero que, a la vez, transmiten momentos de gozo y fantasía.
Cuando se recurre a los expertos en crítica pictórica lo primero que manifiestan es que el arte en general y, en particular la pintura, son expresiones que no han dejado de cambiar –algunos hablan de evolucionar- desde sus inicios hasta estos días.
Refieren que a principios del siglo XX aparecieron nuevos movimientos artísticos, que impregnaron de una novedosa forma de llegar a los espíritus de la humanidad. Entre ellos estuvo precisamente la pintura abstracta, que irrumpió con cierta característica de ruptura con la que podría decirse la tradicional, aunque no es tan apropiado llamarla así, puesto que ha sentado honda huella y para siempre en la cultura universal.
La explicación que mejor aproxima a la pintura abstracta es que no se la ve de manera evidente, sino que plantea al espectador su oculta pero siempre existente para sentirla y apreciarla, al margen de su imagen convencional, que es la abstracción total.
En suma, opinan los críticos de arte que el lenguaje y el estilo pictórico de la abstracción intenta comunicarse con el espectador a través de otra manera libre de captar y transmitir la belleza. Unas veces como un juego pirotécnico destinado a exteriorizar el ambiente físico que rodea al artista y otras para darle tonos de musicalidad a la combinación de los colores y a sus rasgos de fecundidad en las formas.
En definitiva, es el espectador es el sentido que capta de la pintura abstracta, ya sea para sentirla, pensarla o emocionarse a partir de lo que contempla en un cuadro. Empero, el desafío mayor que expone es el autor de la obra. Cómo poner de manifiesto un mensaje íntimo de su genio creador. Ante esta realidad, lo mínimo que le queda al espectador es sorprenderse de la abstracción que tenga también un lenguaje para comunicarse con su espectador.
Si algún lector de estas líneas no visitó aún la más atractiva de las Galerías que tiene La Paz, en Calacoto, más propiamente en San Miguel, tiene todavía unos tres días para confrontarse con algo que le impone retos, pero que también le brinda belleza y fascinación.
El maestro La Placa le dio de entrada para contemplar su obra el título de “Convergencias y Divergencias”. Con ello, exige que el espectador de su exposición establezca dónde están las convergencias y cuáles son sus divergencias. Al tratarse de abstracciones, resulta más retadora la muestra, pero al mismo tiempo es una estupenda ocasión para encontrar ambas formas de expresión tan sólo con las formas y los colores. Entonces, vale la pena asumirla y probar hasta dónde puede llegarse, únicamente con las dos cualidades superiores que tienen los seres humanos: el espíritu y las emociones.
En esta página, ofrecemos la posibilidad de ver algunas de las pinturas que expone desde inicios de mes. La mayor parte no tienen título, sólo una de las consignadas lleva el enigmático “Efigie I”I.
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