Poco a poco la hoja bond, que tiene la fotocopia del diseño paisajístico de una postal andina, va siendo silueteada junto a una lámina de madera que está debajo. Este proceso es más sencillo con la ayuda de un estilete. Ese retazo de madera será el que finalmente ocupe un lugar preferencial en el boceto final.
Es igual a un juego de rompecabezas donde se va armando una imagen pieza tras pieza. El hábil artesano comienza a tomar las láminas de madera que se encuentran sobre la mesa, para ir combinándolas entre ellas y contrastar el tono que seguirá a la otra; y así llegar a dar vida a una imagen artística.
Cualquier transeúnte que observa por instantes esta artesanía expuesta para la venta podría creer que se trata de una lámina de madera que ha sido pintada con finos pinceles; pero, hay tanto por conocer sobre el arte de la marquetería, que solo aquel que fabrica esta artesanía podría describir con exactitud cuáles son los pasos que se siguen para crear estas piezas inigualables como cuadros religiosos, cuadros decorativos para instituciones, además de paisajes; los mismos que están divididos en tres tipos, formas y tamaños de imágenes: oriente, occidente y valles.
También se realiza joyeros, portavasos y todo tipo de trabajo que el cliente requiera.
Fragmentos de arte
La técnica de la marquetería tiene su inspiración en Florencia y Nápoles del siglo XVI. Con el paso de los años las modificaciones y aplicaciones que se dieron en esta técnica se fueron ampliando y llegaron a aplicarse también en los muebles.
Este arte se calificó o se denominó de diferente manera, en cada periodo o lugar, siendo los más habituales: marquetería, taracea y en la actualidad también se conoce con el nombre de pintura con madera.
Arturo Murillo es uno de los principales exponentes de este arte en Cochabamba y desde hace más de 20 años tiene su taller de marquetería, ubicado en la zona de Valle Hermoso, donde trabajan siete operarios, que crean alrededor de 100 diseños por semana, dependiendo del pedido y la complejidad del dibujo artístico.
Este artesano asegura que su pasión por la técnica surgió cuando tenía 22 años y estaba de visita en el Museo Nacional de Sucre.
Allí se percató de la belleza significativa que tenían algunos muebles coloniales, aquellos que fueron fabricados en la época de las reducciones de la Chiquitania y que precisamente tenían muestras de marquetería del siglo XVI.
“Fue amor a primera vista”, asegura Arturo Murillo. Esta primera impresión lo llevó a buscar más información respecto al tema.
“No existían talleres de enseñanza con la técnica de la marquetería, pero me di modos para investigar; por suerte
un amigo ya tenía alguna investigación realizada acerca del proceso de producción”, afirmó Arturo Murillo.
Su iniciativa personal lo llevó a buscar más información y comenzar a trabajar con las láminas de madera; hace 23 años creó un nuevo mercado local de artesanía, con el nombre de Marquetería Murillo.
pinceladas de madera
De acuerdo a Murillo, todo el proceso se inicia con un boceto a mano alzada de un paisaje o el diseño que se quiere dibujar en las láminas de madera.
Posteriormente, se cala tanto la hoja bond como la lámina de madera, de acuerdo al requerimiento de la imagen. Así se va creando la postal.
Este artesano asegura que para tener un abanico de tonalidades en la imagen se requiere alrededor de 15 variedades de madera, todas en diferentes tonos e incluso líneas diferentes.
Entre las maderas que se pueden utilizar se encuentran: mara, cedro, roble, moradillo, tajibo, entre otros.
“Las láminas provienen del oriente boliviano, de empresas grandes que se encargan de laminar la madera para exportación y para diferentes usos. Éstas cumplen con el sello verde, es decir, que la empresa se encarga de reforestar luego de talar; de aquellas nosotros adquirimos los descartes”, afirma Arturo Murillo.
La madera laminada no viene en un solo tamaño, sino que cada una de ellas llega en diferentes dimensiones y su grosor casi triplica el de la hoja bond.
Cada una de las láminas se plastifica con masquin, así las piezas quedan fijadas en el boceto y permite la continuidad del trabajo.
Silvia Ayala, de 22 años, una de las encargadas del calado de los dibujos, asegura que este es el proceso más delicado y moroso, puesto que hay que velar por los detalles y el matiz de la madera.
“Todo varía de acuerdo al diseño, a veces demoramos entre dos y tres horas en cada uno de los trabajos”, menciona Ayala. Todo depende del tamaño y del proyecto que se está encarando.
El siguiente paso es pegar la imagen obtenida a la caja o la madera del cuadro; se deja secar unos 15 minutos. Una vez que pasa el tiempo se quita el masquin, con mucha precaución para evitar dañar la pieza.
Esta marquetería también fabrica sus propias cajas, marcos y cuanto material se requiera para presentar los nuevos diseños.
Una vez que la lámina se ha fijado bien en el objeto se puede observar la cara final del trabajo, ahora es oportuno llevar la pieza al lijado.
“Aunque es una tarea sencilla, hay que tener cuidado, puesto que al utilizar lijadora eléctrica se puede pelar la pieza”, asegura Arturo Murillo. Esta etapa muestra que al lijar el proyecto la pieza queda más presentable.
No obstante, la imagen que queda luego del paso de la lija carece de vida y, por ello, se agregan otros detalles, los mismos que son creados por el artesano con ayuda del pirógrafo.
Es una tarea que no demora más de cinco minutos en la manos de Arturo Murillo, quien con una experiencia de 28 años en la materia, pareciera que solo al tocar suavemente sobre la madera, ya se van creando surcos de color, que le brindan la imagen final.
Al concluir este proceso, el trabajo tiene más vida y de alguna manera más luz, quizá sea efecto del sombreado que se agrega a la imagen. Ahora sí es momento de pasar a la siguiente fase.
Cinthia Torres es la directa encargada de darle ese toque especial, ya que ella debe sellar y barnizar el trabajo. “Estoy trabajando tres años en el taller y se debe realizar con cuidado, paso a paso, porque sino podemos dañar el esfuerzo que está haciendo el equipo”, asegura.
Al final la imagen se va haciendo visible, falta poco para poner la pieza a la venta; en algunos casos, como los cuadros aún deben ser enmarcados. Al concluir este paso solo queda llevar los productos al mercado local para su comercialización.
exposición y venta
Este es un proceso de mercadeo intenso, puesto que Murillo está en constante coordinación con los puestos de venta de la cancha y del pasaje del correo, ya que debe estar a la par de la competencia o mejor aun crear e innovar productos para el mercado y así incrementar la oferta.
“Lamentablemente la gente no sabe valorar el trabajo del artesano y no quiere pagar el precio que corresponde por esta labor; por otro lado, hay clientes que solicitan piezas más pequeñas y a menor costo, pero en algunos casos no cubre ni el costo ni el trabajo de crear la artesanía”, explica.
La “Marquetería Murillo” también se encarga de proveer su producto a casi todo el país y hace unos años atrás solía ser exportador, puesto que tenía pedidos de Estados Unidos, Europa, Brasil y otros más.
“Lamentablemente la economía internacional está golpeando también a los artesanos; ya que disminuyeron los pedidos”, señaló Murillo.
Pero, por otra parte, Arturo Murillo afirma que su pequeño taller está listo para satisfacer los requerimientos de sus clientes y que puede crear o diseñar piezas únicas, como sillas, respaldares de cama y otros.
En resumen, la marquetería trata de plasmar una imagen sobre madera, donde el paisaje, la forma y la profundidad son creados gracias a los diferentes tonos de madera, aquello que se ha llegado a denominar como pintura de madera.
Un verdadero arte manual hecho por bolivianos.
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