“Escrito en los muros, en la piel y en el alma” es la exposición pictórica del acuarelista Javier Fernández Patón que permanecerá abierta al público hasta el próximo 13 de marzo en el salón municipal “Cecilio Guzmán de Rojas”, ubicado en la calle Colón 279.
A lo largo de su carrera, Fernández ha creado personajes que comulgan talento y compromiso con el oficio de un artista en constante búsqueda y exploración de lo nuevo, la muestra en el espacio municipal confirma –una vez más– su apego a esos seres de luz, como él los llama.
“Pinto como pienso, siento y vivo. Intentando traducir el lenguaje de las emociones, de las vibraciones de la gente. No me interesa competir con la realidad visible, al contrario, me inspira encontrar en ella lo que nos esconde con su apariencia tramposa. Husmear las esencias, el habitáculo de los arcanos. No sólo represento el tiempo, sino la vida. No pinto la retama, sino su olor. Mi obsesión es llevar la luz a donde no hay o por lo menos tratar de mostrarle a la gente que es posible encontrar la luz, hasta en los lugares más obscuros”, señaló el artista
Javier Fernández es un acuarelista nato. El desaparecido historiador de arte José de Mesa dijo en una ocasión que advertía en la paleta del artista una “búsqueda de los elementos de inspiración a la tradición del pasado que entronca su buen manejo de la técnica de acuarela, en grises y sepias con la línea de la pintura del barroco tanto española como virreinal, recordando, entre nubes de ensoñación, la obra de Velázquez, Goya y del potosino del siglo XVIII, Melchor Pérez de Holguín”.
Otros críticos de arte y maestros de la acuarela como don Ricardo Pérez Alcalá calificaron a Fernández Patón como uno de los acuarelistas más reconocidos de la escena artística nacional desde mediados de la década del 70, “con una manera propia de emplear la acuarela, su paleta caracterizada por el empleo de tonos grises y temática ligada a la vida cotidiana de la ciudad de La Paz y a las diversas y asombrosas manifestaciones de sus habitantes, con una mirada que nos acerca al realismo mágico”.
Consideran que Fernández aportó de manera fundamental al desarrollo de este medio de expresión pictórica. Su experiencia y talento le dio el boleto para representar a Bolivia en eventos internacionales; por lo general nunca volvió con las manos vacías, hecho que lo convirtió en un actor fundamental para la consolidación de una tradición que enriquece y caracteriza al arte boliviano.
Su cotidianidad, rodeada de pinceles y lienzos, nunca fue interrumpida a pesar de ejercer otros oficios como gestor cultural en instituciones públicas y privadas vinculadas a la promoción y difusión de las artes visuales.
Ganador, en varias ocasiones, del Primer Premio en Acuarela del Salón Municipal “Pedro Domingo Murillo” de La Paz; y del “14 de Septiembre” de Cochabamba.
Argentina, Yugoslavia, Cuba, México, Alemania, Estados Unidos, Ecuador, Suiza, Brasil, Venezuela y muchos otros países no sólo conocen de su obra, sino que varias muestras forman parte de colecciones privadas e institucionales. De hecho Fernández figura en el catálogo de los pinceles más importantes de América Latina.
En 1984, muy joven aún, logró el premio en acuarela del Salón Murillo con la obra “Eterno peregrinar”; cuatro años después, obtuvo el Gran Premio del mismo certamen con la obra ‘Sed’. Teniendo para sí la máxima distinción del salón más importante del país, da otro paso adelante con el Premio 14 de Septiembre de Cochabamba y de la VI Bienal Internacional de Acuarela, Chile. El Gobierno Autónomo Municipal de la Paz lo ha distinguido con la “Tea de la Libertad en el Grado al Mérito” el pasado año.
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