Los objetos tienen vida. Tienen biografía —algunos una larga biografía de siglos o milenios—. De pronto, esos objetos, considerados tradicionalmente elementos subsidiarios o marginales a la vida humana se rebelan —y también se revelan— como lo que son: actores fundamentales (y vivos) para la reproducción humana.
“No se puede concebir el mundo sin objetos”, dice el arqueólogo Juan Villanueva Criales, autor de Moldeando la vida, el catálogo de la colección de cerámica del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef). El libro se presentará mañana, a las 19.20, como parte de los actos inaugurales de la XVIII Reunión Anual de Etnología (RAE) que ha sido denominada: La rebelión de los objetos. Enfoque cerámico.
Esta tradicional cita que reúne a académica e investigadores pero también a artesanos y artistas se centrará en esta oportunidad en la cadena productiva de la cerámica. Ya no se trata de considerar o analizar el objeto cerámico aisladamente solo por su funcionalidad o su valor estético sino como parte de un proceso que se imbrica con la vida económica, social, cultural y cotidiana tanto de productores como de usuarios.
Por ello, las mesas redondas que se realizarán entre el martes 19 y el viernes 22 desde las nueve de la mañana en las instalaciones del Musef (c. Ingavi 916) se centrarán en cuatro momentos de ese proceso de la cerámica: creación (obtención y tratamiento de la materia prima), producción (proceso de elaboración del objeto), uso (interrelación de materiales y significados) y distribución (circulación y consecuencias de los objetos cerámicos).
Parte central de la RAE 2014 será también la exposición Modelando la vida que presenta —como el catálogo elaborado por Villanueva que lleva el mismo título— una visión sincrónica (a lo largo de tiempo) de la cerámica, desde los tiempos prehispánicos hasta el presente.
La idea que subyace al libro de Villanueva y a la muestra —que se inaugurará mañana, a las 20.00— es que los objetos son actores de procesos fundamentales para la reproducción de la vida. El análisis de esos procesos, por su parte, permite conocer y comprender mejor la vida de las comunidades humanas.
Cuando concluye el proceso de elaboración del objeto, éste comienza a cumplir una serie de funciones en la vida económica, social y simbólica. “Pero, en realidad —dice Villanueva—, los objetos nunca se terminan. Siguen teniendo vida. El objeto se rompe, se tizna, se lavan sus contenidos iconográficos, pasa de mano en mano. En algún momento se lo descarta, se lo bota o se lo entierra. Y otro momento el arqueólogo lo recupera. Ahí entra en otro proceso de valoración, como los procesos museográficos… Los objetos que vemos ahora tienen una biografía gigantesca, siglos o décadas… Ésa es la vida de los objetos.”
Otro elemento central que ha guiado la elaboración del catálogo de la colección de cerámica del Musef es la manufactura. “Los procesos de manufactura —dice Villanueva— son procesos de alto sentido social. Implican aprendizajes que son socializados a nivel familiar y comunitario. Implican técnicas que distinguen a diferentes grupos; implican la relación con el medio ambiente y los recursos: con las fuentes de arcilla, de pigmentos, de combustible. La manufactura del objeto implica también relaciones de género: hay acciones que realizan las mujeres y acciones que realizan los varones y los niños. En algunos casos, sobre todo en la época prehispánica, es una actividad estacional e implica por ello la organización del tiempo de las comunidades con relación a sus actividades agrícolas, pastoriles, de intercambio. La manufactura implica un mundo de cosas”.
Modelando la vida, el catálogo de la colección de cerámica del Musef, responde a una doble necesidad. “El catálogo es un elemento de difusión —dice su autor—. Por un lado, se trata de atraer la atención del público en general sobre cómo se hace la cerámica, cómo es la cerámica en el tiempo y en las diferentes regiones del país. En ese sentido, es un catálogo atractivo que tiene mucho material gráfico. Por otro lado, es un catálogo pensado como una herramienta de consulta para especialistas. Tiene una bibliografía amplia, una revisión técnica minuciosa, un acercamiento a los estudios cerámicos en Bolivia, una referencia a las fuentes primarias.”
El catálogo se organiza con un criterio temporal. Comienza en la larga época prehispánica —algunos objetos pueden datarse en 500 años antes de Cristo. “La colección del Musef —aclara Villanueva— no tiene objetos de todas las épocas y de todas las regiones”. Por ello ha sido importante la relación con otros museos que han permitido incluir en el catálogo objetos de otras regiones y otros tiempos.
En la época colonial cobra relevancia la adquisición de técnicas cerámicas llegadas de Europa, como el uso generalizado de hornos cerrados y otro tipos de esmaltes. Pero también la cerámica incorpora figuras que se arraigan en la iconografía local, como la figura del toro presente sobre todo en el área andina.
El catálogo sigue avanzando en el tiempo hasta encontrarse con la cerámica que se hace hoy en la parte andina y en las tierras bajas. Los objetos tienen vida y pueden contarla. Y esa historia está al alcance del público en el libro y la exposición Modelando la vida.
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