La variedad en la temática, estilo y géneros de las obras, así como la calidad del programa infantil, fueron considerados como los puntos fuertes de la novena versión del Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz), que cerró ayer en la sede de gobierno.
“Tuvimos la oportunidad de apreciar un gran abanico de propuestas. Dramas, comedias, infantiles... el noveno Fitaz nos permitió ver lo que se produce en el país y en el mundo”, observó Omar Rocha, de la Escuela de Espectadores.
Similar opinión emitieron el teatrista Diego Aramburo; el responsable del Teatro Nuna, Luis Daniel Iturralde, y la misma directora del evento, Maritza Wilde. Esta última destacó la presencia de 26 grupos nacionales, “lo que no es poca cosa”, y que cada uno de ellos preparó material que “apela a diferentes preferencias”.
El Fitaz también se abrió a nuevos espacios: destaca especialmente el Nuna, en la zona Sur, que todos los días logró lleno completo, a diferencia de los escenarios tradicionales. La Cinemateca Boliviana y el Teatro Compa de El Alto igual atrajeron a nuevos públicos.
Además, el evento introdujo un programa exclusivo para los niños. Esta grilla se realizó paralelamente a los eventos centrales.
Para la periodista Lupe Cajías, éste fue el principal acierto de los organizadores, especialmente por la calidad de los textos y de las puestas de las obras.
“Estamos acostumbrados a que los productos culturales para niños sean simples y que sirvan para mantener a las wawas tranquilas. En este Fitaz los elencos demostraron que se pueden crear piezas complejas que no pierdan el interés de los niños ni su valor didáctico”, aseguró.
Tanto Cajías como uno de los coordinadores de este programa, el actor Willy Vásquez, del grupo Los Cirujas, destacaron la importancia de repetir la experiencia, ya que permitirá formar nuevos públicos para el teatro.
Por eso, solamente el ingreso a uno de los escenarios tenía costo, el resto era gratuito. Vásquez reveló que cuando por primera vez se prepararon espectáculos, la mayoría del público era familiar, algo que cambió este año.
“Se redujo el número de familias que acuden a los teatros, pero aumentó el de niños. Eso fue gracias a los colegios que se comunicaron con nosotros para programar presentaciones especiales en sus recintos o en teatros”.
Asimismo, la instalación de la Carpa del Espacio Patiño en el Pipiripi permitió que infantes en situación de riesgo (de la calle, cárcel, albergues) pudieran disfrutar de las propuestas programadas sin ningún costo para ellos.
Pero, pese a los avances en la selección de obras, el Fitaz 2014 mostró problemas de organización; entre ellos la puntualidad. La Razón constató que, fuera de las funciones en el Teatro Municipal, fueron pocas las presentaciones que comenzaron a tiempo.
En algunos casos, como en la función de El Pacto del martes 8 en el Nuna, el retraso fue de hasta media hora. Uno de los motivos era la espera del público que asistió al Teatro Municipal.
Además hubo quejas por parte de los usuarios, algunas de ellas publicadas en las redes sociales, referidas a la sobreventa de entradas; en algunos casos incluso de boletos que fueron reservados.
“¿Cuál es el propósito de comprar con antelación si cuando llegas al teatro te decían que ya vendieron tu entrada?”, reclamó Jessia Pérez, una de las personas que no pudo por ese motivo ver la megaobra boliviana Excepciones: 12 reglas del amor.
La falta de organización también se sintió al momento de captar audiencia. “Faltó información. Los voluntarios no lograron que la gente se enterara del festival y de las obras”, consideró Aramburo. El director Marcos Loayza, Rocha e Iturralde coincidieron en esta aseveración.
Por su parte, Cajías y Rocha cuestionaron la decisión de abrir el Fitaz con Tunupa, de Vidanza. “Es ilógico que un evento de teatro comience con una obra de baile, por más buena que sea”, opinó Rocha; mientras que Cajías afirmó que “la inauguración es la única función en la que tanto el público como los participantes y autoridades acuden en masa. Es el momento para dar el tono de los espectáculos teatrales y una pieza de danza no hace eso en un encuentro de dramaturgia”.
Iturralde agradeció la oportunidad de participar en el festival, aunque para que las presentaciones sean posibles, reconoció que tuvo que gestionar él mismo recursos técnicos y hasta participar en la organización de las puestas programadas en su espacio.
Creo que el FITAZ debe formarse en una institución jóven. Si bien cabe resaltar la labor de Maritza Wilde y su grupo de colaboradores es bastante obvio que hizo falta una visión más jóven.. no se pueden repetir las mismas fórmulas cada dos años. Jalón de orejas a los encargados de publicitar el evento, no creo que tengan nada que ver los voluntarios... son jòvenes que estan iniciando una carrera actoral, y su labor no es encargarse de la publicidad.
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