La pieza cuenta la historia de un oficial nazi (Arce) que se aloja en la casa de unos campesinos durante la ocupación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Los anfitriones, un viejo (Bredow) y su sobrina (Pérez) no tienen más opción que aceptar su presencia, pero como protesta no le dirigen la palabra.
“Fue muy difícil”, confesó Arce, “ya que aunque yo pronuncio el 99% de los diálogos de la pieza, tengo que coordinar con las otras dos personas, cuyo silencio también forma parte del texto”.
Pérez, a quien el público suele esperar escuchar cuando está en el escenario, coincidió con su compañero de elenco sobre la dificultad de expresarse sin palabras. Sin embargo, gracias al apoyo del director, Marcos Loayza, el proceso llega a buen término.
“Marcos (Loayza) es muy buen director de actores. Nos guió en las escenas con gran pericia y la experiencia de los otros dos permitieron que la obra cumpla con su objetivo”, agregó.
La pieza está basada en la novela homónima de Jean Bruller, quien la publicó en 1942, justamente durante la ocupación alemana de Francia, bajo el seudónimo de Vercors, como una manera de protestar ante la agresión. Sin embargo, tanto Arce como Loayza comentaron que esta obra no se agarra de los estereotipos conocidos sobre el conflicto, sino que los rompe y, en esencia, es una historia de amor.
“Mi personaje no es el típico villano nazi. Es un soñador amante de su país, de Francia y del arte. Es una persona muy humana, multidimensional”, expuso Arce. Loayza destacó que la novela resalta la humanidad de ambos lados de una guerra. Muestra a los enemigos como personas y no los convierte en monstruos.
La adaptación y presentación están financiadas por el Goethe Institut y la Alianza Francesa, con el apoyo del Círculo Israelita y la Alcaldía de La Paz. Las funciones forman parte de las actividades en conmemoración de los 50 años de la firma del Tratado del Eliseo, que hermanó a las dos naciones tras décadas de conflictos bélicos.
Serge Carraro, director de la Alianza Francesa, garantizó que el público podrá identificarse, “sin problemas”, con el argumento. El director del Goethe, Michael Friedrich, consideró que la puesta en escena es “una advertencia para que los horrores de ese periodo no se repitan”.
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