Portan cuadernos, llaveros, mochilas y otros accesorios con los rostros impresos de cantantes asiáticos. Son las tres de la tarde de un sábado cualquiera en una calle de Auquisamaña y las clases de coreano están a punto de empezar. “Annyeong haseiyo” dicen a coro mientras hacen una reverencia para saludar al maestro que los recibe en la puerta del Colegio Coreano.
Hace cinco años eran cerca de 50 y hoy llegan a 300 los estudiantes que, influenciados por la música y los dramas coreanos, buscan aprender la lengua de Corea, y hay quienes se han trazado el objetivo de pisar las tierras del país del sudeste asiático.
El Hangugo Hakyo, Colegio Coreano en español, se fundó en 1974 a iniciativa de la joven Kim Hae Soon, quien no quería que los coreanos residentes en Bolivia olvidaran su lengua materna. “En esa época había muchos niños coreanos cuyos papás trabajaban todo el día. Entonces se quedaban en casa con la empleada y se olvidaban del idioma”, explica el profesor Lee An Ho, de 57 años, mientras ordena una serie de productos importados desde Corea del Sur en su tienda del barrio de Calacoto.
Lee llegó a Bolivia hace 25 años para ayudar a su hermano con el trabajo y decidió quedarse en el país. “Me gusta vivir con los bolivianos, yo quiero estar con ustedes”, dice sonriendo. Hoy es presidente de los residentes coreanos en La Paz y uno de los ocho voluntarios que, hasta el año pasado, enseñó en la escuela . En su negocio, al que llamó Market Corea, tiene a la venta comida, ollas, joyas de fantasía y adornos que en la actualidad son muy solicitados por los jóvenes que estudian su lengua.
El creciente interés por el idioma
El alumnado ha ido cambiando. En un principio, los estudiantes del idioma eran exclusivamente niños que habían migrado de Corea con sus progenitores. Dos décadas después, la institución abrió sus puertas a los jóvenes de La Paz.
En 2008 recibió a los primeros ocho estudiantes paceños quienes, en su mayoría, trabajaban con familias coreanas y, por lo tanto, necesitaban aprender el idioma para comunicarse con facilidad, narra Fabiola Alarcón Roldán, de 30 años. Ella fue una de las primeras alumnas y ahora es la presidenta de los estudiantes bolivianos del Colegio Coreano.
El Hangugo Hakyo colapsó por la afluencia de alumnos. Tanto que la infraestructura verde de dos pisos y ventanas prominentes tuvo que adecuarse: la cocina y la biblioteca han sido adaptadas para servir de aulas. En tan sólo cinco años, esos ocho estudiantes se multiplicaron y llegaron a sumar alrededor de 300. Tal es la demanda que se vieron en la necesidad de poner un límite al número de inscritos, explica la directora del colegio, Choi Miji, de 52 años.
“En la actualidad y alrededor del mundo, Corea está siendo muy conocida en internet por su música y sus famosas series, y desde que tenemos embajada en La Paz se hizo más publicidad sobre mi país”, explica Choi al preguntarle qué ha ocasionado el elevado incremento en el número de interesados por el idioma coreano. A eso se suma que las clases son gratuitas y actualmente existen seis cursos divididos en niveles básico 1, básico 2 e intermedio.
La inesperada ola coreana
Jóvenes apuestos y muchachas elegantes con rasgos finos y piel aterciopelada que cantan, bailan con movimientos sincronizados y actúan en telenovelas se han convertido en los nuevos ídolos aclamados por la juventud que se emociona cuando los ve a través de la red y la televisión.
El pop coreano o K-pop forma parte de un movimiento cultural conocido como hallyu u ola coreana en castellano, término acuñado por periodistas chinos para denominar a los dramas producidos en Corea, también conocidos como doramas. El fenómeno surgió en 1997, cuando en China se emitió la telenovela Sarangi Mwogillae (Lo que es el amor) y aumentó su fuerza en 2003 con el dorama Daejanggeum (La joya en el palacio), basada en la historia de una cocinera real de la dinastía coreana Joseon.
Al principio, la hallyu estaba concentrada sólo en los doramas, y a éstos les siguió la música, la cual ganó aceptación gracias a las bandas sonoras interpretadas por exponentes del pop coreano.
En Bolivia, el boom se expandió gracias a la telenovela juvenil Boys Over Flowers (Los chicos son mejores que las flores) en 2009, una remasterización del cómic japonés Hana Yori Dango, cuya banda sonora fue interpretada por la boyband SS501, explica Erlin Calisaya Calisaya, de 26 años, vicepresidente de la Sociedad de Clubes de música asiática de La Paz.
“A diferencia de Hana Yori Dango, los actores del drama coreano son un poco más estéticos y se han ocupado más a la imagen. Además, ha sido traducida al español, algo que el cómic japonés jamás hizo”, argumenta. Antes de Boys Over Flowers se emitieron doramas como Escalera al cielo, en 2003, y Un litro de lágrimas, en 2005, pero sus tramas no eran juveniles y atrajeron poco al público más joven, recuerda.
Y de las telenovelas se dio un salto al K-pop, un género musical surcoreano que no se limita sólo al pop sino que incluye estilos como hip hop, rap, dance, electrónica, rock y R&B. Se caracteriza porque presenta grupos de cinco, siete, 13 y hasta 17 integrantes que encajan con el ideal de belleza asiático: piel blanca y rasgos faciales delicados. Los estribillos incluyen palabras en inglés para que los fans puedan cantarlos y las coreografías son interpretadas a la perfección. La última tendencia en los grupos es añadirles miembros internacionales para facilitar el éxito en otros países. Es el caso de las bandas The Gloss, cuya líder es francesa, y Seventee, que tiene tres integrantes estadounidenses y dos chinos.
El conocido Gangnam Style no puede considerarse dentro de esta corriente ya que critica el mundo de las apariencias. Su famoso “paso del caballo” es más bien una sátira de los bailes de los grupos de Corea que triunfan en el ámbito internacional.
En La Paz existen 28 clubes de pop coreano y sólo ocho de música japonesa. Los hay desde diez miembros hasta los que superan el centenar de fanáticos.
“Es música con valores morales que ellos deben transmitir en representación de su país”, afirma Nataly Quispe Villca, de 23 años, líder del fanclub de Super Junior, considerada la banda más exitosa de Corea por vender más de 135 millones de discos alrededor del mundo. Cuenta que, gracias a sus ídolos, empezó a leer libros sobre la cultura de Corea del Sur y está encantada.
“Me identifico con la cultura coreana porque es más respetuosa, sobre todo con los adultos”, dice el líder de los seguidores de las Girls Generation (SNSD), Ted Silver Saravia, de 24 años, quien se enorgullece al vestir una polera rosada que lo identifica como fanboy (chico fanático) de esta girlband (grupo de chicas). “Antes de conocer a SNSD, jamás pensé en usar algo rosado”.
El fanatismo de los jóvenes, en su mayoría mujeres, también se expresa mediante el baile. En los eventos de K-pop se observan decenas de grupos que ejecutan coreografías cuidando el más mínimo detalle.
“¿Por qué bailan de chicos si son chicas?” suelen preguntarse quienes ven en acción al grupo de baile Misstery, conformado por cinco muchachas. La respuesta la tiene su líder, Yamilee Peña, de 20 años: “Es un reto para nosotras, porque el baile masculino es más fuerte. Nos gusta Shinee (boyband o banda de chicos) y por ellos bailamos.
Pero no conformes con imitar los pasos, se cortaron el cabello y se lo tiñeron, además, este conjunto elabora su propia vestimenta para cada presentación, y tiene en mente llegar a Corea para bailar junto a sus ídolos o bien para ellos. “Cuando lo consigamos, podremos decir: ‘misión cumplida’”, expresa Yamilee.
Y aquellos seguidores del K-pop que quieren conocer a sus artistas lo antes posible, optan por asistir a conciertos en el extranjero. Grupos como JYJ, Super Junior, Mblaq, U-Kiss y TVXQ estuvieron en Argentina, Chile, Perú y Brasil entre 2012 y 2013. En agosto, los cantantes Park Jung Min y Heo Young Saeng realizarán una firma de autógrafos en Perú. “Hasta el momento somos 40 personas las que viajaremos. La entrada por la que estamos optando vale 1.080 bolivianos y no es la vip”, cuenta María Teresa Aguilar, líder del fanclub de SS501. Para la financiación, cada uno ahorra del dinero que le dan sus padres.
“Incluso un boliviano diario sirve para comprarte la entrada. Hay chicas que están vendiendo sus discos originales o artefactos electrónicos de casa en casa”, dice, y añade que muchas tienen el apoyo de sus progenitores e irán con ellos al evento.
Franz Tito, de 23 años y presidente de la sociedad Asian World Music, expresa que cuando hay conciertos o presentaciones de artistas coreanos en el exterior, los fanáticos bolivianos que acuden a ellos siempre llevan la bandera nacional. En el concierto de TVXQ en Chile, en julio reciente, el cantante Jung Yunho lució la tricolor alrededor de su cuello gracias a que un admirador consiguió entregársela en pleno espectáculo.
El boom de las novelas y el pop ha conquistado a los jóvenes de La Paz y El Alto. Por esta razón, la Embajada de Corea no descarta la posibilidad de traer a un artista o grupo coreano a Bolivia en el futuro. Así lo explica Jun Ho Choi, consejero de la legación diplomática. En adelante, se planea repetir actividades como festivales de teatro, danza y gastronomía, demostraciones de tae kwon do y un ciclo de cine para difundir aún más la cultura de ese país.
“Voy a estudiar coreano por ellos, para entender las letras de sus canciones y abrirme a su cultura”, afirma emocionada Estrella Gómez Ordóñez, de 22 años, líder del fanclub de Shinee, uno de los grupos de K-pop más relevantes. Al igual que ella, cientos de jóvenes fanáticos están buscando aprender el idioma de sus artistas favoritos, a quienes llaman con cariño idols. La demanda ha derivado en que otras instituciones abran cursos de lengua coreana, tal es el caso de la Academia de Idiomas RGA que ya cuenta con 20 estudiantes en sus instalaciones de El Prado, y 60 en El Alto, desde 2011, según su director y propietario, Fernando Guzmán.
“De inicio, están interesados y motivados por aprender el idioma y, cuando el profesor les habla de la posibilidad de becas, ellos cambian su perspectiva y quieren viajar a Corea”, indica Guzmán.
Ver novelas, escuchar música, aprender coreano y optar a una beca funcionó para Edith Huallpa Morales, de 21 años, una de las becadas a Seúl en 2011.
Tras estudiar en el Colegio Coreano presentó su postulación en la Escuela de Gestión Pública del Estado Plurinacional (EGPP) y, cinco meses después, se fue al país del sudeste asiático a estudiar Sociología. “Allá los conciertos son gratuitos o muy baratos. Es una política del Gobierno para quedar bien con su gente”, cuenta. Edith confiesa ser amante de la cultura tradicional de Corea a la que considera conservadora y educada, y no tanto del pop coreano. Sin embargo, afirma que ahora gusta de este estilo musical gracias a los espectáculos gratuitos a los cuales asistió en la capital surcoreana. “Tengo compañeros becados que sí viajaron por el K-pop y con ellos pude conocer a los artistas coreanos que, ahora, me gustan”, añade.
Según portales de internet especializados en este estilo musical, los ídolos más famosos y codiciados por las muchachas son Kim Hyun Joong, exintegrante de la legendaria banda SS501 y actor principal del dorama Boys Over Flowers, a quien llaman baby por su rostro angelical, y Choi Siwon, miembro de Super Junior, apodado Caballo por su cuerpo escultural.
¿Cuánto tiempo más durará este fenómeno? Para el sociólogo Francisco Gamboa, el boom coreano es “una expresión posmoderna de la música y el baile que es parte de la moda contemporánea” y no se diferencia de lo que fue el tango en la década de los 20 o el heavy metal en los 70.
“Es una moda pasajera y en el futuro, cuando aparezcan nuevos productos de la industria cultural de la música, volverán a cambiar las percepciones culturales de los jóvenes, es decir, su actitud hacia el consumo de determinados productos”, explica el experto. Sin embargo, los líderes de la sociedad de clubes afirman que el K-pop da para más, porque cada temporada aparecen nuevos grupos de música y los fans seguirán apoyando a sus artistas.
Por ahora, mientras el boom coreano esté a la vanguardia, habrá más estudiantes interesados en buscar un cupo en el Colegio Coreano y más fanáticos que sueñen con pisar la tierra de los idols Kim Hyun Joong y Choi Siwon.