“Consideramos que en nuestro país se hacen grandes esfuerzos por revertir situaciones adversas, mismos que contribuyen a la cultura de paz y creemos que éstos deben ser reconocidos” afirmó el director ejecutivo de Unir, Antonio Aramayo Tejada.
En el congreso organizado por la mencionada fundación en 2010, se anunció el establecimiento del Premio Nacional de Cultura de Paz, que llevará por nombre “Ana María Romero de Campero”, relevante personalidad boliviana, hecho que contó con la presencia de su esposo y sus dos hijas.
El propósito es el de “destacar la trayectoria y consecuencia de personas individuales o jurídicas que han defendido y apostado por la construcción de una sociedad pacífica con equidad y justicia”, señala un comunicado de la fundación UNIR.
Posteriormente, se constituyó un Comité de Selección compuesto por personalidades y representantes de diferentes instituciones, encargadas de lanzar la invitación y, posteriormente, seleccionar a la o al merecedor de este reconocimiento.
De acuerdo a esta institución el premio, consistente en una estatuilla elaborada por un reconocido artista boliviano, será entregado en acto especial durante la celebración del Día Internacional de la Paz, en septiembre en la sede de gobierno.
TRAYECTORIA
Ana María de las Nieves Romero Pringle, boliviana, cariñosamente llamada “Anamar” nació en 1940. Fue hija del historiador y político boliviano Gonzalo Romero.
Desde muy joven se interesó por la literatura sobre los más diversos temas. Ingresó al periodismo, siendo reportera, cronista, jefa de redacción, columnista y, posteriormente, directora del desaparecido periódico de orientación católica “Presencia”, durante la década entre los años 70 y 80.
Fue, también, periodista de la Agencia de Noticias Fides (ANF).
Asumió el cargo de ministra de Informaciones durante el gobierno democrático de Walter Guevara Arce en 1979, por un breve tiempo, ya que el mandatario sería derrocado por un golpe militar, el 1 de noviembre de 1979.
Años después se trasladó a Estados Unidos, donde realizó una maestría en Teología en la Universidad de Georgetown.
En 1998 fue elegida por el entonces Congreso Nacional como la primera Defensora del Pueblo de Bolivia, cargo que asumió hasta el año 2003.
Dirigió la Fundación Unir hasta diciembre 2008, cuando se retiró para tomar un descanso y dedicar su tiempo a escribir una novela que dejó inconclusa debido a su ingreso a la política y su posterior enfermedad.
En enero de 2010, la naciente Asamblea Legislativa la eligió por unanimidad como Presidenta del Senado, cargo en el que ella se había propuesto actuar como un puente de comunicación y consenso entre los diversos sectores del país polarizado.
Tuvo que pedir licencia a su cargo para someterse a una intervención quirúrgica de emergencia (febrero de 2010), por una seria dolencia que algunos meses después terminaría con su vida.
Sus primeras y, sensiblemente, finales intervenciones dieron testimonio del peso moral y del respeto que su historia pública y testimonio de vida provocaban en todas las corrientes políticas representadas en el órgano legislativo boliviano.
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