Desde hace mucho que cada uno de ellos sueña con lanzarse a las tablas con un grupo como el que han conformado ahora y con un proyecto original como ése. Su objetivo es crear una banda innovadora y original con un sonido diferente y un estilo que en Bolivia, y particularmente en La Paz, según ellos, aún no ha sido explorado lo suficiente.
“Somos un grupo de metal sinfónico en el género del rock. Queremos incorporar el estilo sinfónico al metal e innovar. Lo que existe en Bolivia en este sentido es un poco limitado, al menos en La Paz”, dice Saúl Márquez , guitarrista del grupo.
El sonido fuerte -pesado para algunos, estridente para otros- del metal parece ser la antítesis de la música clásica y sinfónica, pero es precisamente en esa distancia entre los dos géneros aparentemente opuestos donde radica su complementariedad. Para los muchachos de Antífona esa distancia, sin embargo, no existe.
Mozart y el metal
“Si los compositores de música clásica estuvieran vivos, serían metaleros”, dice la vocalista Raiza Ortiz con convicción.
“El metal es una música bastante rica en estilos, en estructura y en sus instrumentos. Existe una similitud muy importante en la estructura de la composición entre el heavy metal y lo clásico”, sostiene esta joven con rostro de niña, vestida enteramente de negro.
Raiza es aficionada al metal, pero, al mismo tiempo, se ha sentido siempre atraída hacia la música clásica y al estilo barroco renacentista. Es estudiante de canto lírico del Conservatorio Nacional de Música.
“La estructura armónica y la progresión melódica del metal bien elaborado se comparan con la música clásica”, sostiene Eduardo Quintela, chelista del grupo, quien explica que esta fusión no es algo nuevo; uno de los más importantes precursores de este tipo de mezclas fue el famoso cantante, guitarrista y compositor de los años 70, Jimi Hendrix.
“Él introdujo las escalas armónicas en el rock de ese tiempo y se ve un progreso armónico melódico con una tendencia bien clara. Se da una revaloración del estudio de la música”, explica Quintela, cuya carrera como músico se inició cuando tocaba trompeta en la banda de su colegio.
Después aprendió a tocar otros instrumentos, como la guitarra y el bajo; formó parte de varios grupos de metal. “No veía un progreso musical serio y decidí dedicarme a la música clásica”, agrega. Este chelista se formó en la Escuela Municipal de las Artes de El Alto y actualmente integra la Orquesta Sinfónica de El Alto.
La dureza del metal entra en contrapunto con las voces melodiosas y dulces de Raiza y de Lucía Flores, otra de las vocalistas que también estudió canto en el conservatorio y que formó parte de varias agrupaciones como el Coro Madrigalista, el Coro Juvenil del Conservatorio y la Coral Infantil. Ambas cultivaron sus voces en el canto lírico.
En el metal sinfónico, la academia se encuentra con la rebeldía; el pasado se fusiona con la más desenfadada vanguardia.
Los trajes antiguos, muchas veces góticos, son el vestuario de muchos artistas que cultivan este tipo de música. También el nombre de esta banda que está a punto de nacer es antiguo. Antífona es una forma musical litúrgica propia de las tradiciones religiosas del cristianismo. Saúl y Juan José Villagómez, el baterista de la banda, buscaban justamente eso, un nombre antiguo que se relacionara con lo musical.
“Queríamos algo clásico que además tenga que ver con lo sinfónico”, cuenta Saúl. Pero también buscaban un nombre que expresara la esencia de la banda y Antífona era perfecto por su contenido religioso porque, como dice Saúl, para los integrantes de la banda “la música es nuestra religión”.
Distintos orígenes musicales
Si bien el común denominador que comparten todos los integrantes de la banda es el heavy metal, todos provienen de ámbitos diversos, tendencias musicales distintas y géneros múltiples.
Joel Altuzarra, el bajista de la banda, por ejemplo, si bien siempre fue metalero, se ha identificado en primer lugar con el black metal, un estilo especialmente pesado dentro del propio heavy metal; otro de sus estilos ha sido el trash.
“El black metal rompe muchas estructuras”, explica y añade que su aporte a la banda ha sido darle un toque “más oscuro” al sonido de algunas composiciones.
“Ha sido una fusión muy interesante, ha sido genial tomar las melodías y la armonía de lo lírico y enfrentarlas con la desarmonía que a veces tiene el black metal”, afirma con entusiasmo.
No todos los chicos de Antífona tienen un pasado exclusivamente metalero. Las influencias musicales del tecladista de la banda, Ramiro Molina, son las de la música japonesa, el JPOP, el pop japonés y la música de las bandas sonoras de películas de animé. También le gusta el J-Rock, el rock japonés y el rock sinfónico con chelo y violines.
Sin embargo, este grupo de metal sinfónico es boliviano, por lo que de una manera u otra no permanece indiferente ante la música folklórica o incluso autóctona.
“Hemos sido influenciados por la música pseudofolklórica o autóctona y eso también nos da un punto de vista muy distinto a nuestra percepción de ciertos colores musicales, ciertos arpegios armónicos”, dice Eduardo Quintela.
Si bien tocan en algunos pubs, ya se están preparando para su gran debut.
Pretenden hacer algo serio, se trata de gente comprometida con la música hasta la médula. “Yo estoy estudiando informática, pero el día que presente mi tesis les voy a obsequiar mi título a mis padres para dedicarme enteramente a la música”, sostiene Bryan Zegales, la voz masculina de Antífona.
Planean presentarse en el Cine 6 de Agosto o en la Casa de la Cultura en octubre.
La música que la banda toca durante el ensayo tiene un sonido espectacular.
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