Atormentado y al borde de la locura, un Hamlet con aires andinos se adueña del escenario. Llora, grita y reniega del peso de su destino: vengar a su padre muerto.
En torno a este clásico personaje, esta vez recreado con aires de aparapita, Teatro de los Andes presentó ayer Hamlet de los Andes, la primera obra desde que el argentino César Brie, fundador y director, dejó el elenco en 2010.
En medio de la oscuridad, Hamlet, interpretado por Gonzalo Callejas, devora los restos de su padre. Repite: “A los muertos hay que llorarlos y gritarlos, decía mi abuela”. Se viste de pollera para montar un show y molestar al asesino de su progenitor.
Esas escenas protagonizadas por Callejas, Lucas Achirico y Alice Guimaraes son de alguna manera el símbolo del regreso significativo del Teatro de los Andes a las tablas y el primer paso de una nueva etapa del proyecto que nació hace 20 años en Sucre.
Según el literato Omar Rocha, antes de ver la propuesta de la renovada compañía, la intriga general era saber si pudo con el enorme desafío de mantener “la estética, la poética del Teatro los Andes. Era un reto costoso y difícil y se ha logrado”.
Esta mirada la comparte Diego Aramburo, quien en la sesión inicial de la Escuela de Espectadores confesó ayer que fue su principal reto cuando aceptó la invitación para dirigir la obra.
“La estética, estilo y poética es una cuestión de identidad de los miembros del grupo y no sólo de un director (Brie) que fue una parte fundamental de su historia”.
En el mismo contexto de evaluación del debut en Bolivia de la nueva obra del reconocido elenco, el coordinador Paolo Nalli dijo que “seguiremos con la concepción con la que nacimos”, aunque confesó que es innegable mirar al pasado.
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