En un extraño y extravagante sitio, que bien podría ser el purgatorio, el infierno o simplemente la representación simbólica del mundo y la vida, cuatro oscuros clows: dos garzones, una cocinera y la administradora del lugar, pasan el tiempo preparando una grotesca y repetida cena para un viejo comensal.
Los patéticos integrantes de este patio de comidas, que es el mundo, preparan la mesa, la vajilla, la cocina, la comida y las bebidas. Simulan que cocinan, simulan que sirven, que beben y comen.
Los oscuros servidores todo lo expulsan, vomitan, escupen, matan. El comensal se come los platos y sangra cada vez que lo hace. El servir y el comer tiene un ritual dantesco, repetido, exagerado y absurdo. Mientras preparan la última cena que será siempre la primera y viceversa, transcurre la no existencia.
No Pirex es una poética y visual metáfora del sin sentido de la vida que vociferó el existencialismo, pero con entrañable humor latino, con sabor de Brasil.
Rechazando lo que ocurre en el escenario, el espectador termina por valorar y amar la vida. Porque la vida es todo lo contrario de lo que ocurre en ese amenazante y desolador sitio. Pero es cierto que mientras comemos para vivir, la vida pasa y nos va dejando con los huesos cansados y con bastante tiempo para reflexionar en nuestra última cena.
Esto es lo que narran los actores de Armatrux, sin pronunciar palabras o con sólo unos primigenios gruñidos. Un trabajo actoral, individual y colectivo sin fisuras, con una sólida técnica, experiencia e inocultable gusto, alegría y pasión por lo que se hace sobre el escenario. Homogéneo al más alto nivel. Una dramaturgia sugerente y cautivante. Un producto acabado hasta en el último detalle.
(Director: Eid Ribeiro. Elenco: Cristiano Araujo, Eduardo Machado, Paula Manata, Raquel Pedras y Tina Dias).
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