Años de viaje por el mundo han hecho de Daniel Pacheco un cosmopolita. Tres nacionalidades; boliviana, argentina y alemana conjugan su historia. Juntucha es el resultado de este largo peregrinaje por sus raíces culturales, en el que el artista explora el misterio de su identidad y se deja llevar por él hasta encontrarse con una sorpresa en el arte. La exposición tendrá lugar hoy en la galería Altamira (San Miguel bloque L-15, calle René Moreno 1026), a las 19.00. Trece cuadros descubren el asombro de Pacheco por los colores, sabores y olores de Bolivia, en un reencuentro consigo mismo.
Bolivia, en un aguayo. “Juntucha es la mezcolanza de todo. Cuando llegué a Bolivia me conmoví. Fue un encuentro impactante con el caos. Todo estaba amontonado. La diversidad inconscientemente influyó en mi trabajo. Me di cuenta de que la realidad boliviana es tan compleja y heterogénea como un gran aguayo: llena de colores, trazos y texturas que se superponen”, así describe Pacheco el concepto de su exposición. El artista trabajó con toda clase de materiales, como acrílicos u óleos, y los aplicó sobre una base de fondo de telar de aguayo. “Juntucha también es el conjunto de materiales que he reunido para hacer esta obra”, describe el pintor, quién llegó a Bolivia de vacaciones, sin saber que de pronto se encontraría con una colección de 13 piezas, que rescatan su impresión.
Don oculto. Todo comenzó el año 1994 en el colegio Alemán, cuando Pacheco ganó una distinción como el Mejor Artista por sus cuadros. Hasta entonces, no sabía de lo que era capaz de hacer con un poco de materia en sus manos. Al descubrir que podía dar vida a esos pinceles, tomó la decisión de dedicarse por completo al arte. Estudió en la Universidad Santo Tomás, junto a Keiko González, luego se fue dos años a Florida (EEUU) con una beca, después a Berlín (Alemania), donde tuvo la oportunidad de conocer a fantásticos artistas.
cazador de imágenes. Volver al país despertó su entusiasmo por la vivacidad.
“Bolivia tiene una riqueza increíble en sus colores; un potencial para el arte a punto de estallar”. Pacheco cuenta que en Alemania, “la luz es gris, la pintura es gris, la gente es gris, el invierno te empalidece. Los colores brillantes no pegan, como en Bolivia”. Llegar al país le devolvió esa fe en la vitalidad y el movimiento.
Pacheco intentó por años definir el rumbo de su estética, al perseguir la originalidad en sus creaciones: “No sabemos hasta dónde llegan nuestros instintos, son algo natural y también construcciones sociales”, se cuestionó, hasta que un día reconoció que “el arte no está en lo novedoso, sino en lo auténtico”.
“La pintura abstracta te mueve cosas por dentro, mariposas en el estómago. No pasa tanto a nivel racional, está ahí, dentro del estómago… se la siente”.
Daniel Pacheco / PINTOR
7 exposiciones ya realizó Pacheco en Alemania. Juntucha es su primera muestra en Bolivia.
30 cuadros con diversas técnicas, texturas y entramados contiene Juntucha.
Autoestima y arte. La imagen que Pacheco encontró en Bolivia al regresar fue distinta a la de 13 años atrás. “Es como si la gente hubiera crecido 10 cm más y andara con la frente más en alto”, define el pintor. Para la obra de arte, según él, la autoestima es importante: “No es buscar algo grandioso, o ser mejor que otro, se trata sólo de asumirse como tal, y estar orgullosos de nuestras raíces. Por eso no me gusta comparar el arte boliviano con el de otros países. Cada uno tiene sus características y riquezas. Bolivia ha crecido y me interesa plasmar eso en mi arte”, describe.
Sobre daniel pacheco. Realizó estudios en la Universidad Santo Tomás de Aquino. Se fue becado dos años a la Universidad Sarasota de Florida. Culminó sus estudios en la Universidad del Arte de Berlín. Es un indiscutible apasionado de la vida y de la aventura, “me encanta conocer a gente y viajar”, dice.
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