La forja artesanal es un oficio casi en extinción en el mundo moderno, porque hay muy pocos artistas forjadores que realmente utilizan el hierro de forma artesanal, manifiesta.
Chura recuerda que eligió el nombre de Cerrajería 300 en alusión a la película 300, que describe la historia del rey espartano Leónidas y sus 300 guerreros que pelearon a muerte contra el rey persa Jerjes, quien tenía una armada superior al millón de soldados vestidos con armaduras de metal. “Me inspiró esa película por las armaduras que se ven y por la fuerza de los guerreros”, comenta Juan Carlos, un emprendedor que trabaja en este oficio desde los diez años en un pequeño taller de su domicilio de la urbe alteña.
En sentido estricto, se califica al emprendedor como alguien dispuesto a soportar el riesgo financiero personal de afrontar un negocio. En este caso, se adecua a la ocupación del joven artesano. Él es uno de muchos de los emprendedores que hay en El Alto, cuyo trabajo es desconocido y que solamente requiere de un apoyo financiero para proyectarse con mayor impacto, pues iniciativa y talento existen.
Juan Carlos es el líder del trío, pues Rolando Huanca Chura y David Josué Chura son los primos que aprenden el oficio guiados por el joven forjador. “Nos gusta este trabajo” comenta Rolando, quien no descuida sus estudios y cursa octavo de primaria en el colegio San José de Alto Lima; mientras que David, el más pequeño, está en el séptimo curso, en el mismo establecimiento, añade con una sonrisa y voz entusiasta: “aquí trabajamos duro y es muy lindo ser parte del taller”.
Proceso. Sobre el proceso de la forja artesanal, Juan Carlos explica que “este trabajo consiste en dar forma al metal por medio del fuego y del martillo”. Una forja contiene básicamente una fragua para calentar los metales, generalmente compuestos de hierro, un yunque y un recipiente en el que se pueden enfriar rápidamente las piezas para templarlas. Las herramientas necesarias son tenazas para sostener el metal caliente y martillos o combo para golpearlo.
“No fundimos el hierro”, aclara; lo calientan para moldearlo según la forma que el artista desee.
Entre los principales trabajos de hierro que realizan están los juegos de living y dormitorio, candelabros, mesas, catres, adornos, arañas para el techo, puertas, ventanas, verjas y todo trabajo en metal.
“El estilo mío es colonial; muchas veces, cuando entrego mis trabajos, paseo por El Prado y por el centro de La Paz y veo los balcones de las construcciones antiguas; son una belleza que yo rescato en mis obras”.
Señala que su principal clientela es la gente de la zona Sur de La Paz. “Cuando ayudaba a mi mamá a vender en el mercado, ella le contó a una señora de mi trabajo y así mucha gente se fue enterando, y la publicidad fue creciendo boca a boca”, rememora Chura.
Muchos hogares y jardines de los barrios de la zona Sur gozan de sus obras. También viajó a Sucre y otras ciudades del país para realizar trabajos similares.
Desde niño le gustó vencer obstáculos y ganar. Juan Carlos Chura vivió en la zona Mercurio de El Alto y bajaba a la ciudad de La Paz para estudiar en el colegio Francia. Recuerda que por su rendimiento logró avanzar de curso rápidamente. De esa forma salió bachiller a los 15 y no a los 17 años, como se acostumbra.
Su mayor deseo era estudiar Ingeniería Petrolera, venció los vestibulares; pero no tenía Bs 400 para pagar la inscripción y no pudo seguir una carrera universitaria.
Estudió mecánica automotriz en Infocal, pero prefiere la cerrajería artística. Chura agradece profundamente a Mario Ortega, un tarijeño herrero de quien dice con orgullo: “Fue mi maestro”.
DETALLES DEL PRODUCTO
CALIDAD
Juan Carlos Chura resalta el trabajo en metal a diferencia de la madera. Señala que el hierro es eterno, tiene mayor resistencia, no se corroe, no requiere permanente mantenimiento, la pintura, el plastificado y la belleza estética. Incluso afirma que el precio de un juego de living está igual o menos que uno similar hecho en madera.
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