“Bolivia tiene una increíble riqueza musical, pero falta promoverla”, dice Eduardo Paredes, quien tiene sangre boliviana y es uno de los músicos más reconocidos en interpretar el violín.
También el italiano Marrone d’Alberti dice que admira la música boliviana, aunque todavía le falta profundizar más acerca de las composiciones del país.
“Es increíble escuchar los sonidos que se puede crear a partir de sus instrumentos autóctonos, son perfectos”, dice Paredes, quien descubrió su pasión por la música a los ocho años.
Paredes comenzó sus primeros estudios en la ciudad de Cochabamba. “Le dije a mi mamá que tenía que ser músico y nada más”, recuerda.
El violín, según dice, es un instrumento que requiere disciplina y responsabilidad. Estudió música en Holanda y también tomó cursos de especialización en otros países. “Es una búsqueda constante de la perfección, nunca se termina de aprender nuevas técnicas”, sonríe, mientras sujeta el instrumento. Otra de sus grandes pasiones es enseñar, por eso, cada vez que llega a Bolivia ofrece talleres.
Tocar el piano al estilo italiano
Vicenzo Marrone d’Alberti nunca descansa. Su vida se divide entre viajes y conciertos. Al igual que Paredes se inició en el mundo de la música a los ocho años. Desde entonces se dedicó exclusivamente al piano.
El pianista asegura que a través de la música tiene la posibilidad de expresar sus emociones y sentimientos. “Uno toca para los amigos y la gente que ama”, confiesa. Pues su único interés cuando se pone frente a un escenario es transmitir emociones a la gente con su música y cree que ésa es la misión de un músico.
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