Javicho’, —más bien Javier Soria “solo que todos me llaman así”—, rompió con los tabúes del ser boliviano al convertirse en el centro de atención en una sociedad a la que se le acusa de discriminadora para con el migrante de raíces amerindias. Y no solo ello, tras ganar el Campeonato Argentino de Stand Up Comedy, organizado por el canal C5N, donde fue elegido como el mejor stand up comedian entre 300 participantes, es prácticamente una celebridad que se ha codeado con los grandes del género tan explotado en Buenos Aires, donde “Javicho” (36) radica desde hace siete años. Lo suyo fue una agradable sorpresa para el público argentino, que veía en el barbado boliviano a un personaje que rompía con el tabú del “tímido, introvertido y antisocial” migrante del “gran país del Norte”, como suelen referirse algunos con ironía. La carrera de este personaje fue trepando de manera intempestiva hasta lograr actuar frente a 1.000 personas en 2015 en la veraniega Mar del Plata. Y hace algunos días, estuvo de vuelta en el país para hacer eso que le da salud a todos. Risas.
Tu estilo es de quien se ríe de uno mismo y de las situaciones desgraciadas. ¿Tiene algo que ver el hecho de que en Argentina el boliviano no es solo sinónimo de burla, sino también motivo de insulto?
Es la idea. Yo aprendí a ser humorista con esa técnica, la de empezar riéndome de mí mismo. En este formato de humor, la identificación de las personas viene desde aspectos que uno no espera. La gente vive la risa porque de alguna manera es algo que le ha ocurrido. En el caso de los bolivianos en Argentina por ejemplo, los chistes que yo hago son situaciones que todos de alguna manera la han vivido, y no hablo solo de los compatriotas, sino de los mismos argentinos. Como cuando cuento que fui un día a la cancha y veo y escucho que una hinchada gritaba “¡¡¡BOLIVIANO!!!” y yo digo “¡¡¡pero qué bienvenida que me están dando!!!, cuando en realidad estaban insultando a la barra contraria porque allá, lamentablemente, la palabra boliviano sirve como insulto. Pero los argentinos en el show captaron muy bien el chiste sobre un tema tan cotidiano como es el fútbol.
El boliviano, en Buenos Aires por lo menos, vive un ostracismo que lo lleva a ser considerado un personaje poco sociable o impermeable para el conjunto de la sociedad, ¿viviste esta situación?
Yo vivo allá desde 2009 y todavía tengo el tímido dentro. Pero me ha ayudado el tener muchos amigos argentinos, tal vez si compartiera con bolivianos nada más me costaría romper ese muro que existe entre nuestra colectividad, cuyos miembros se juntan solo entre ellos y hasta tienen sus propios restaurantes y discotecas para socializar. Yo actúo tres veces por semana para un público mayoritariamente argentino y eso me ha abierto puertas, he logrado mimetizarme, aunque tengo que admitir que cuando me reúno entre comediantes argentinos soy el que menos habla. Pero como dices, la comunidad boliviana no es de salir a teatros, cines, tienen un circuito propio para reunirse. Eso no quiere decir que no haya actuado para ellos, lo hice en barrios donde la respuesta ha sido diferente. Aunque también es cierto que en mis últimas actuaciones esto ha ido cambiando, hace poco en un salón había tanto argentinos como bolivianos, algo que me ayudó a darme cuenta de que los chistes llegan de diferente manera según la procedencia del público.
Hablemos de tus iniciosComencé de a poquito. Primero presentándome en bares y clubes de comedias sin cobrar nada, ni un peso. Mi trabajo comenzó a hablar por sí solo, surgieron contratos y me pagaban bien. Ahora estoy a un punto de trabajar con una productora que se llama Stand Up Argentina y somos un grupo de 10 personas. Con ellos estamos muy activos en eventos privados, shows, clubes de comedia y algo que he ido aprendiendo es a valorar más lo que hago. En la actualidad es muy difícil que vaya a algún lugar sin cobrar, porque en Argentina todo el mundo te comienza a valorar como artista. Tus tópicos son temas actuales, incluso muy políticos.
Yo cuento las cosas desde mi perfil de un mestizo de clase media. Sobre ello tengo que admitir que la percepción de mí como boliviano no es la misma que la del migrante que llega a ganarse la vida como proletario, que resulta ser la gran mayoría. Y también he notado cierta discriminación en ese sentido, ya que al no ser obrero o morenito me dicen que no parezco boliviano. Yo digo ¿cómo es parecer boliviano?, ¿cuál sería el prototipo? Y ahí también sale otro tipo de prejuicio muy arraigado en la sociedad bonaerense del cual yo me agarro para hacer mis presentaciones. No faltó aquel que me dijo “los bolivianos vienen a robarnos el trabajo” y fue una situación muy interesante porque yo dije ¿cómo se hace para robar un trabajo? (ríe). Entonces creé uno de mis sketchs más aplaudidos cuando a punta de pistola le quiero robar el trabajo a un empleado argentino de McDonalds que me ruega por su vida, ése fue uno de mis mejores trabajos para el público.
¿Hubo alguien que lo haya tomado para mal o no entendió el chiste?
No, la verdad es que nunca me pasó, todo lo contrario, hubo argentinos que se me acercaban y me decían “tenés razón, somos un desastre”, pero yo les decía que en todos lados sucede. Aunque sí he recibido ataques por las redes sociales, que es el medio más cobarde para decir algo. Me dijeron de todo, que este país te da de comer y que yo encima me burlo. Pero nunca nada grave y yo debo tomarlo con humor. A veces contesto con sarcasmo, pero nada más.
¿Algún momento inolvidable?
Varios, pero sin duda lo que más me marcó fue cuando conté anécdotas con las cuales el argentino se identifica de inmediato. Para los que no lo saben, allá la palabra boliviano se usa para hacer bullying y cuando estás por primera vez pues te llama la atención, así que empecé a construir mis chistes a partir de esa premisa. Eso a los argentinos les llamó mucho la atención pues les hizo ver que no son tan cálidos como parecen (ríe). Y es que a partir del humor puedes dar una respuesta muy contundente que no sea agresiva. A mí me parece muy necesario poner en el tapete este tipo de temas a partir de la ventanita del humor.
Más allá de esa discriminación hacia el boliviano de la que hablas, también se vive cierta apertura hacia las actividades de algunos de nuestros compatriotas, hablamos de Elba Rodríguez (chef), Guido Fuente (diseñador) y tu caso.
El argentino de un ambiente en el que ha tenido educación tiene una percepción diferente sobre el boliviano, que aquel que pertenece a una clase popular, por ejemplo, que es incluso más racista, xenófobo y discriminador. Hubo conquistas como fue el caso de Elba, pero también de sectores que no son tan faranduleros, como el de los médicos, que tienen muy buena imagen por lo sacrificados que son. Creo que se quedan 18 horas en la guardia (ríe).
¿Y con este nuevo Gobierno?
Hay una idea que no es generalizada pero que sí ha tomado fuerza, el pensar que el boliviano va y vive gracias a los impuestos del argentino promedio, que aprovecha de la educación, del sistema de salud, en fin. Yo creo que la asunción de (Mauricio) Macri ha sido una derrota no solo para los bolivianos sino para todos los migrantes en general aunque por ahora es solo discurso, pero todo se puede esperar.
¿Todavía te cuesta llegar a la comunidad boliviana?
Este año actué como para 3.000 personas en una plaza pública, pero tuve la mala suerte de presentarme después de una Entrada que también se había organizado. Sabemos que a nuestra gente le gusta bailar y que después de eso es difícil captar su atención. Fue un momento incómodo porque ellos estaban en otra. Pero también hay algo que me pasó este año, yo iba a actuar en un barrio acomodado (Palermo) al cual no acuden los bolivianos en su generalidad. Pero cuando subí a escena me sorprendió ver algunas mesas con compatriotas con los que tuve una interacción interesante.
¿Planes para el futuro?
Seguir haciendo humor, tratar de retornar más seguido a Bolivia para brindar actuaciones. La próxima por ejemplo es el 13 de enero. Ahí los espero a todos para reírnos de nosotros mismos.
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