El baile es un puente entre el cuerpo y la mente que permite canalizar de manera saludable algunos sentimientos y emociones reprimidos, así como potenciar la creatividad y la memoria.
La danza, el ballet, los bailes regionales y las diferentes categorías del baile presentan características específicas para la salud.
Así lo pone de manifiesto la doctora África López-Illescas, médica de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (Aepsd), del Consejo Superior de Deportes, quien afirma: “Todos ellos tienen una serie de ejercicios que producen un efecto fisiológico, además del componente artístico de seguir la composición musical”.
El movimiento al ritmo de la música incluye los beneficios derivados del ejercicio físico (cardiovasculares, metabólicos, músculo-esqueléticos, articulares, etc.) y un componente importante de integración cerebral, además de grandes beneficios psicológicos, señala la experta.
Beneficios en la niñez
Si prestamos atención a los niños y niñas que practican danza o ballet en el colegio o en las escuelas especializadas, “los más pequeños sienten al principio el placer del movimiento y la socialización con otros niños”, explica López-Illescas, también profesora de la Universidad Alfonso X el Sabio y médica coach de salud.
Cuando se va incrementando el nivel, los beneficios que se destacan son el entrenamiento, que mejora la condición física; la coordinación, la elasticidad, la fuerza y el sentido musical. También se estimula la creatividad con la variedad de ritmos y coreografías.
Los pequeños pueden iniciarse en la danza o en el ballet en edades muy tempranas, incluso desde los cuatro años, pero cuando se incrementa el nivel de exigencia, debemos prestar atención al control de su salud.
La experta de la Aepsd recomienda un control médico especializado anual para vigilar el buen crecimiento y adaptación a la danza por parte del niño y permanecer atentos a cualquier molestia porque puede indicar el principio de una lesión.
Adolescencia
La adolescencia es una de las etapas más difíciles a nivel emocional y el baile permite conectar con uno mismo para mejorar el control emocional, ya que permite canalizar de una manera más saludable las emociones que reprimimos, como la ira, la rabia, la ansiedad o la angustia.
“El baile despierta emociones y percepciones a través del movimiento y la música, lo que facilita la expresión de estas sensaciones, sentimientos y estados de ánimo de forma más natural y desinhibida”, ratifica la doctora.
En cuanto a las relaciones sociales, “bailar proporciona la oportunidad de relacionarse con otras personas en un campo de proximidad y respeto”, precisa.
Tercera edad
A juicio de la doctora López-Illescas, bailar es uno de los mejores remedios contra el envejecimiento físico y mental.
Recomienda los bailes de salón y asistir a clases porque -afirma- aprender nuevos pasos, como en la mayoría de los bailes estructurados, requiere memorizarlos.
Destaca que, al trabajar en pareja, la persona debe mantener la atención de forma sostenida y esto proporciona desafíos mentales que son la clave para potenciar la agilidad mental y la salud cerebral en esta etapa de la vida.
En estudios con personas con la enfermedad de Parkinson, “se concluyó que bailar estimula el sistema nervioso central y la actividad cerebral, y algunos enfermos expresaban que cuando suena la música el temblor del cuerpo se desvanece y, además, esto les ayuda a mejorar la coordinación y el equilibrio”, informa López-Illescas, que considera el baile como un puente entre el cuerpo y la mente.
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