Es la segunda exposición de la fotógrafa en la cual las imágenes de mayor tamaño muestran construcciones. "Me impresionan, siempre me ha llamado la atención cómo dos o tres personas pueden levantar edificios y siempre me he abstraído mirando ese proceso”, detalla.
Para la muestra dos puertas se convirtieron en marcos para las fotografías. Una de ellas incluye también imágenes de construcciones que van acompañadas con textos. La otra, muestra la relación con el color, incluyen los zapatos de la fotógrafa y además dos imágenes de reflejos.
A esas imágenes se suman otras tomadas desde las cabinas del teleférico. La exposición de casi 30 imágenes se encuentra en 3600 Hostel, avenida Ecuador N° 1982 esquina J. J. Pérez, y se prolongará hasta el 25 de julio.
Su interés por la fotografía surgió en 2009, cuando en un momento de inflexión en su vida llegó a La Paz plagada de dudas sobre de su decisión de cambiar de dirección y ciudad.
La impresión de la "hoyada” la motivó a pintar la ciudad y poco después de retratarla, pero no con la intención de hacer postales, sino a partir de sus cotidianidades.
Los encuadres y las reglas fotográficas no rigen el momento en que captura una imagen, y sin bien conoce y comprende las reglas establecidas para este arte, ella prefiere transgredirlas.
Ha pasado clases de composición e iluminación, pero la técnica no es su prioridad. "Al mes en clases ya me preocupaba al sacarlas, no me gustaba esa sensación”, detalla.
La mayoría de sus fotografías son tomadas con el celular, tiene una cámara profesional que por lo general no usa.
"Siempre he visto la fotografía como una necesidad no como un trabajo, nunca he cobrado por hacerlo. La asumo más bien como una herramienta artística”.
A pesar de ser su segunda exposición, contempla la idea de no hacer otra. Una muestra tiene una alta cuota de pretensión, que no es lo suyo, y estrés, entre otro cúmulo de emociones que no está segura de querer sentir de nuevo.
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