A las 21.00 horas del jueves 21 del mes en curso se cierran para siempre los ojos de la maestra Carmen Bravo. Esa mirada intensa y magnética que por muchos años visualizó sus exquisitas presentaciones, finamente cuidadas en escenografía, vestuario, colores, iluminación y la selección de los ritmos ibéricos.
En las dos horas de espectáculo el público era trasportado imaginariamente a las diversas regiones de esa España de la música y los toros: sonora, majestuosa, sumergida en su propia magia, con el ancestral contagio moro, con su pizca de misterio y su enorme luminosidad y con el marco musical de la orquesta del maestro Luis Aranibar Loayza.
“Doña Carmen” –como la trataban sus amigos– en cada Festival con ilusión, dedicación y arte, nos sumergía hábilmente en una rica amalgama de tapices musicales de colores y contrastes emocionales. Un puñado de aires hispánicos que se iniciaban con un imponente pasodoble, pasando por bulerías, tanguillos, zambras, farrucas, garrotines, sevillanas, fandangos, rumbas, jotas y más; acompañadas del fino repiqueteo de unas castañuelas, chinchines, panderetas, la mantilla o el tradicional abanico.
Carmen Bravo Villafani, profesora, bailarina y coreógrafa boliviana, nació en la ciudad de La Paz un 22 de abril. En Bolivia tubo como mentores a Melba Zárate, Giovanni Brinatti y a los españoles Dimitre y Vicente Colomer. Asimismo realizó cursos de perfeccionamiento y actualización en España y Buenos Aires con diversos maestros de la danza española.
En 1952, siendo aún muy joven decide inaugurar la “Academia de danzas Carmen Bravo”; que si bien nace como un proyecto personal, al poco tiempo se incorpora Fanny Bravo, “hermana, amiga, colaboradora incondicional y artista enamorada de la danza” como la definía Doña Carmen. En septiembre de 2005, Fanny fue la primera en irse.
La Academia de Danzas Carmen Bravo fue la pionera en la enseñanza de danzas ibéricas y por varios años, la única en su género. En sus inicios el alumnado era mixto. Se recibían alumnos desde los 2 años en adelante. Llegando a contar en 1977 con 300 bailarinas en escena.
Por la calidad y el esmero que se apreciaban en los festivales, tanto en el teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez como en el Cine Teatro Monje Campero, el público demandaba más presentaciones. Las temporadas duraban cuatro días, con tres funciones diarias y en sábado y domingo se agregaban matinales. No obstante, las entradas se agotaban rápidamente y largas filas de personas quedaban sin poder acceder a contemplar los deslumbrantes espectáculos.
Artistas del momento, también dieron realce a los festivales interpretando las coplas moda en España como los hispanos: Ilde Artes y Paco Menor; de Bolivia: Norah Zapata, Luis Fernando Del Río, Oscar Roca, Beba Rocha, Sarita, Miguel Angel, María Isabel, Trio Souvenir, varias Tunas y la Rondalla “Santa Lucía” que nació en la misma academia.
Igualmente, actores de carácter como David Santalla, Cacho Mendieta y Dini Morán, deleitaron al público con fino humor.
A lo largo de su actividad artística Doña Carmen propuso importantes coreografías como “La vida breve”, “La danza ritual del fuego” “Capricho español”, “La boda de Luis Alonso”, “Sombrero de tres picos”, “Zorongo Gitano”, “Carmen de Bizet” y las puestas en escena del “Trío Sevilla”, integrado por las hermanas Bravo y por entonces, otra artista en ciernes: Pilar Rollano Bravo, única hija de Carmen.
En reconocimiento a su destacada labor, Carmen y Fanny Bravo recibieron diplomas y medallas de los gobiernos de Bolivia y España, respectivamente.
Entre los alumnos que se proyectaron nacional e internacionalmente, podemos citar a: Emma Sintani, bailarina, coreógrafa y maestra, quien fue Directora del Centro de Creatividad Artística de la Universidad Estatal de Punta Grossa y docente de varias instituciones de prestigio en el Brasil. Al bailarín, coreógrafo, maestro y actual director del ballet “Chela Urquidi”: Lauro Rodríguez, quien con admiración y reconocimiento resalta de la maestra “su fuerte presencia en escenario que lo decía todo”.
También fue maestra y fuente de inspiración inagotable de Martha Estívariz, actual directora de la escuela de danza “Ballet España” de Cochabamba. ”Al crear mi propia institución, por la admiración que sentía por Carmen quería que lleve su nombre” afirma Estívariz.
Sin lugar a dudas, Carmen Bravo fue una artista de renombre en el ámbito artístico boliviano de la danza. Una mujer con el temperamento necesario para plasmar en escena la dulzura y la fiereza del baile español.
Por siempre su voz retumbará en los oídos del alumnado que entre bambalinas admiraba la prestancia de la maestra que inauguraba el festival con unos versos bien sentidos y que en su epílogo enfatizaba: “Dispuesta siempre a servirte estoy a tus pies Señora porque tú me has dado la gracia de decirle al mundo entero que soy hija de Bolivia y siempre novia de España”.
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