En fecha reciente, presentó un impresionante libro, de formato mayor y con el volumen de 300 páginas, que recoge nada menos que 325 de sus pinturas. Toda una exuberante demostración de su capacidad de trabajo y destreza en el manejo de los pinceles y de los colores.
Ni qué decir de la impecable diversidad de las imágenes y dimensiones de sus personajes, de los espacios y del diseño que les confiere, al punto de exponer una extraordinaria versatilidad.
LO ESTÉTICO
Su concepción estética, después de intensa búsqueda de los géneros, estilos y procesos, encontró en uno de ellos –poco frecuentado y de exigente realización– el medio por el cual podía reflejar su creación y sus formas. La identidad que se le dio en francés es “naive”.
En sus apuntes autobiográficos, Gilka Wara (estrella de la mañana, en aymara) explica así su producción pictórica:
“Mi pintura es una puerta abierta a la naturaleza viva con personajes que existen y que están arrancados de un sueño. Personajes deslumbrantes, azorados, con ojos abiertos mirando el mundo y al más allá. Sueñan con la naturaleza y todo es paz y hay espacio para todos. Los animales se reproducen y el sol ilumina por siempre y la luna arrulla para dar cabida a los sueños eternos, donde hay comunión entre hadas, aves, vírgenes y dioses eternos que prodigan amor”.
“Parece abigarrada, caótica, dispersa y asaltada por imágenes oníricas que en el fondo constituyen una expresión de mi mundo espiritual en constante ebullición. Personajes, animales, cosas como constante ebullición. Personajes animales, cosas como ríos, frutos de una utopía en el huerto fecundo de la vida, abren más asombrados ojos en telas y otros materiales con los que construyo mi pintura. En los pomos de colores están reunidos todos los elementos que saco de la nada, como Dios hizo el hombre del polvo de la tierra: barro, palabra, sueños y ansiedad”.
MUNDOS POSIBLES
El maestro en la crítica del arte plástico, Pedro Querejazu Leytón, que coparticipó en la edición del libro de Gilka Wara, escribió extensamente sobre la producción de la artista, dos de cuyos párrafos expresan:
“El arte de Gilka Wara está muy distante del quehacer de sus coetáneos y de las búsquedas y propuestas del arte contemporáneo actual. El arte occidental se convierte cada vez más en un grito de tormento que refleja un dolor El dolor se está transformando en nuestra realidad más profunda. En contraposición, el arte contemplativo e inmanente de Gilka Wara muestra mundos posibles y mundos reales, alegres, optimistas, armónicos, si es que logramos ‘descolonizarnos’ de nosotros mismos y abrimos nuestros ojos a la sabiduría y la maravilla de la naturaleza, y buscamos actuar en armonía con ella. Con la misma pasión con la que realiza sus obras, pues pinta con el alma y el corazón, sus obras son extensiones de su ser. Por eso, cada vez que expone sus obras experimenta la inquietud de hacer evidente su mundo interior, y cuando eventualmente vende o regala sus obras, siente el dolor del desprendimiento y la ruptura del lazo casi umbilical que la une con ellas”.
ACTUALIDAD
“El arte de Gilka Wara es plenamente actual así como intemporal y permanente, expresado con una técnica sofisticada y de alta calidad, con medios que hoy se consideran tradicionales, que manifiesta, propone y responde a inquietudes fundamentales y esenciales del ser humano y del boliviano a inicios del siglo XXI de la era cristiana que, por otra parte, pareciera totalmente anacrónico y descontextualizado respecto del híbrido y ecléctico ‘arte contemporáneo’”.
En esta página exponemos, aunque muy limitadamente, apenas seis de sus obras, en cuya elección hubo una evidente arbitrariedad, de lo que sentimos.
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