“Mar es una obra relacionada con la ausencia. No es una reconstrucción histórica de lo que significó para Bolivia la pérdida del mar, que por la dimensión de lo ocurrido sería imposible agotarla en una obra de teatro. La realidad es el límite del teatro que por su naturaleza ficcional tiende a poetizar más que a dar respuestas históricas”, explica Arístides Vargas, creador del texto y director de la nueva propuesta teatral del elenco chuquisaqueño.
La obra cuenta la historia de tres hermanos, que por mandato de su madre moribunda deben llevarla desde las montañas, donde supuestamente viven, hasta el mar. La madre pide que la aten a una de las puertas de la casa familiar, y una vez en el mar la abandonen a las olas. Los hermanos cumplen con el pedido y durante varios días cargan con la madre-puerta por el desierto que antecede al mar, por momentos descansan y golpean la puerta, llevados por la curiosidad de saber qué se oculta detrás de la puerta–madre; entonces aparecen diferentes personajes que hablan, desde sus diferencias, sobre el mar perdido.
“La desmesura del cuento fue apareciendo a medida que nos adentrábamos en el trabajo, el cuento popular como herramienta para hablar de lo que no está, lo que no está como demanda, como vacío demandado, como la ausencia permanente y hereditaria, el vacío como identidad. Vivir con la sensación de que la pérdida simbólica del mar pesa tanto como la pérdida real del mar es melancólico, y esa melancolía genera toda una cultura donde lo histórico se cruza y se alimenta con el sentimiento nacional que paradójicamente encuentra sentido de nación en la ausencia, en el mar perdido”, sostiene Vargas.
La obra termina con una pregunta, ¿la restitución del mar perdido devolverá los muertos perdidos en aquella guerra? “Evidentemente no porque la historia es antropófaga, come personas y escupe datos. El mar no se puede reclamar porque el mar no tiene dueño, es una anomalía, otra de tantas de los seres humanos. Pensar que algo tan desproporcionado como los océanos tienen dueños, puede ser un pensamiento ingenuo, pero desmonta la cruenta realidad en la que vivimos, donde todo tiene dueño porque todo es una cifra económica, los límites importan más que las personas, los mares económicos valen más que los mares de lágrimas, la realidad vale más que la metáfora”, reflexiona.
La obra es una creación colectiva del Teatro de Los Andes y Arístides Vargas. Tiene la actuación de Gonzalo Callejas, Alice Guimaraes y Lucas Achirico, quien también puso la música a “Mar”.
La escenografía es de Gonzalo Callejas y el vestuario de Alice Guimaraes y Jacqueline Lafuente. La dirección de actores estuvo a cargo de María del Rosario Francés.
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