"Esta exposición marca mis 55 años de vida profesional, de mi carrera de pintor. Entonces, uno comienza a ver lo que ha hecho, lo que va a hacer y lo que está haciendo”, explica Zilveti, de 74 años.
La muestra lleva el nombre Huellas intemporales de presencias efímeras y será inaugurada hoy, a las 19:00, en el Círculo de la Unión (calle Aspiazu, 333).
De ese modo, mientras observaba concentrado uno de sus cuadros, Zilveti asegura que la muestra es producto del análisis que hizo de toda su propuesta artística a lo largo de este tiempo. "Me di cuenta de que en el fondo, desde mi primera exposición y sin querer, siempre busqué la esencia del hombre, del ser humano. Estuve entre la abstracción y la figuración. Cuando digo abstracción lo digo en el sentido propio de la palabra, que es llegar a una síntesis de algo, de una figura o un objeto. Es eliminar lo superfluo para llegar a la esencia”, cuenta.
En cuanto al título Huellas intemporales de presencias efímeras, Zilveti comenta que se refiere a que la pintura es un lenguaje completamente diferente del literario y no puede ser explicado por éste.
"Si se quiere comparar o tener como referencia otro modo de expresión, tiene que ser la música. Cuando me piden explicar la pintura en palabras concluyo que no hay necesidad, porque es la música del silencio”, dice.
El artista agrega que el lenguaje de la pintura, independientemente de su técnica, debe invitar al diálogo, porque es un expresión humana.
"Cuando se ve una pintura y tiene ‘duende’, como llaman los españoles, es decir que encierra una emoción poética en el sentido amplio de la palabra, es lo que realmente tiene que ser. No hay necesidad de una explicación al ver un cuadro, interiormente hay una vibración, es la música del silencio. Eso es en lo que quise hacer hincapié”, comenta.
Para la exposición, Zilveti trajo 26 cuadros elaborados en óleo sobre tela en formato pequeño. "Estas obras son recientes, son todas acabadas este año. Pero algunas las comencé más antes y las he reformado. Un pintor en su taller tiene obras que están años y uno las toma y reactualiza”, agrega.
Zilveti resalta que a pesar de vivir 45 años en Francia no deja de sentirse boliviano, pero le es difícil decidir en qué país quedarse. "Es un sentimiento conflictivo porque pasé más años de mi vida en Francia que en Bolivia, sin embargo, nunca me sentí francés. Soy boliviano cuando pinto, cuando pienso en el pasado y en el futuro, aunque viva allá. Ahora, si pienso en venir acá definitivamente no es fácil, y tampoco me entusiasma la idea de quedarme para siempre allá. Es un sentimiento repartido”, comenta con una sonrisa y luego, por unos segundos, guarda silencio.
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